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Mira

30, junio 2018 - 9:18

┃ EFE

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El asunto de la limpieza acompaña a Japón a lo largo de Rusia 2018. La presente edición de la Copa del Mundo tendrá en cuenta los beneficios del comportamiento ‘aseado’ que muestran los nipones tanto dentro como fuera de juego. Solo puesto en cuestión por los minutos finales del choque del Volgogrado Arena ante Senegal.

Llamó la atención desde que arrancó el torneo la actitud ejemplar de los seguidores nipones. Distintas imágenes y vídeos de la urbanidad de los ciudadanos japoneses en los estadios fueron resaltados

Tras los partidos, los hinchas orientales no dudaban en adecentar las gradas donde habían estado instalados. Recogían los residuos en bolsas de plástico que luego depositaban en un contenedor. Llamó la atención, por inusual, el buen comportamiento de estos aficionados, afanados en aligerar el trabajo de los servicios de limpieza.

“Los fanáticos japoneses son famosos en todo el mundo por limpiar el estadio. Y nosotros, la selección nacional de Japón, también siempre tratamos de dejar nuestro camerino tan limpio como se pueda. Somos una fuerza cuando los japoneses nos unimos para algo. Y esa es la idea también contra Bélgica”, dijo Takashi Usami, centrocampista que juega en el Fortuna Dusseldorf y que adoptó el talante nipón de la grada como ejemplo de unidad en el terreno de juego.

De hecho ha sido también la ‘limpieza’ en el césped la que terminó por proporcionar la clasificación a Japón, que jugará en Rostov del Don los octavos de final del Mundial.

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El cuadro oriental, el único no europeo o americano situado entre los dieciséis mejores de la competición, se hizo merecedor a avanzar de ronda por el Juego Limpio. Igualado a todo con Senegal (puntos, diferencia de goles y goles) hubo que recurrir al siguiente criterio de desempate.

Fue en este apartado donde Japón fue superior y por primera vez en la historia de la competición este criterio propició la supervivencia de un equipo en el torneo.

Japón, que ganó un partido, empató otro y perdió el tercero, cerró la fase de grupos con solo cuatro cartulinas amarillas. El portero Eliji Kawashima la vio en el choque contra Colombia de Saransk, Takashi Inui y Makoto Hasebe, en el partido que terminó empate (2-2) ante Senegal en Ekaterimburgo. Tomoaki Makino fue el único amonestado ante Polonia.

Senegal, por contra, cerró los tres partidos que jugó en la primera fase con seis tarjetas. Dos más. Eso le supuso la eliminación.

La organización premió el juego limpio nipón y la sociedad el buen comportamiento de su seguidor. Pero al final, el buen comportamiento de Japón fue puesto en entredicho en la jornada final, con la actitud mostrada en el choque contra Polonia.

Los samuráis azules renunciaron a buscar la portería rival. El seleccionador Akira Nishino asumió la responsabilidad de tal comportamiento.

“La idea siempre fue a buscar la victoria, pero ocurrió un gol en el otro partido. El tiempo fue pasando y la estrategia cambió. No quería que nos mostraran más tarjetas amarillas ni encajar otro gol”, se justificaba

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