San Petersburgo, Rusia.- Gareth Southgate está cerca de hacer historia, de situar a la selección de Inglaterra en la final de una Copa del Mundo, por primera vez sin ser anfitriona.

Inglaterra ha tenido que dejar atrás 28 años desde que fue cuarto lugar en Italia 1990.

El título Mundial conseguido en Inglaterra 1966 es su único logro, siempre con más sombras que luces. Con más desilusión que aliento. Con más frustración que esperanza.

Es Inglaterra un equipo al que de forma habitual le ha acompañado el glamur. La imagen de los recintos llenos cada semana, la pasión y la emoción de cualquiera de sus partidos y el potencial de sus clubes, convierte su futbol en un producto ejemplar para el resto del Viejo Continente, pero no les alcanzaba para potenciar el juego y la rentabilidad de los Tres leones, casi siempre estancados a mitad de su recorrido.

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Rusia 2018 ha puesto sobre el escenario una nueva Inglaterra. Sin nombres de tanta repercusión. Con estilo y recursos sobre el césped. Con eficacia y convicción.

Gareth Southgate ha puesto el otro futbol inglés de moda. El del terreno de juego, el del pasto. Alejado de la apostura que transmite su imagen ha aprovechado su momento para prolongar a la Selección Nacional el prometedor rendimiento de sus bases.

Con el actual seleccionador, el hombre del chaleco, el equipo dio síntomas de funcionar. Así quedó demostrado en la fase de clasificación para el Mundial y en otros encuentros amistosos en los que la sensación nada tenía que ver a la de tiempo atrás.

Ya con la continuidad asegurada el proyecto quedó en sus manos. Southgate supo desde el principio qué debía de hacer. Impone Inglaterra un ritmo alto sostenido por el bloque y sabedor de sus auténticas virtudes para exprimir. Nadie ha superado en eficacia al conjunto inglés en las acciones a táctica fija, ensayadas, trabajadas y fructíferas.

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El técnico, amante de la táctica, ha encontrado cada mimbre necesario dentro de una oferta cada vez más escasa por la invasión extranjera en su futbol. Un mal que crece en las islas, asentamiento preferido por jugadores tato de postín como de segunda fila que limitan el protagonismo de los nativos.

Pocas veces antes Inglaterra tenía tan cerca el éxito en la absoluta, que sólo fue superado por Bélgica en el terreno de juego y que salió airoso del contratiempo de Colombia, a la que eliminó en la instancia de los penaltis. Superior a Suecia, le espera ahora Croacia en semifinales para ampliar su historia.