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Mira

27, julio 2018 - 21:34

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Con una hora y 42 minutos de duración, el eclipse total de Luna del próximo 27 de julio, será el fenómeno más largo de su tipo del siglo XXI.

Un eclipse lunar ocurre cuando la Tierra se interpone en el camino de la luz del Sol que golpea al satélite natural, esto es que durante la noche la Luna llena se desvanece conforme la sombra de la Tierra la cubre.

Este fenómeno no ocurre todos los meses, porque la órbita de la Luna está inclinada con respecto a la de la Tierra-Sol, detalla el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).


A diferencia de los eclipses solares, los de tipo lunar son visibles desde cualquier parte del mundo, una vez que la Luna está sobre el horizonte al momento del eclipse.

Sin embargo, este será visible en su totalidad desde África, en tanto, Europa Occidental sólo observará la segunda parte del fenómeno con la Luna amaneciendo en el horizonte este.

Sudamérica, Asia, y Australia también serán los afortunados en observar de forma parcial el fenómeno astronómico, explica la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés).

Durante el suceso, las personas notarán que la Luna no desaparece de la vista, mientras adquiere un tono rojizo. La atmósfera de la Tierra, que se extiende 80 kilómetros más allá del diámetro de nuestro planeta, sirve como un lente para desviar la luz del Sol.

Al tiempo, filtra sus componentes azules y deja pasar sólo la luz roja que será reflejada por el satélite. De este modo, la Luna toma un resplandor cobrizo.

¿Por qué hay eclipses lunares?

Los eclipses lunares ocurren cuando el satélite terrestre pasa por la sombra de la Tierra, lo que no sucede todos los meses, porque la órbita de la Luna está inclinada con respecto a la de la Tierra-Sol (eclíptica).

A diferencia de los eclipses solares, los lunares son visibles desde cualquier lugar del mundo, una vez que la Luna está sobre el horizonte en el momento del eclipse, explicó el Instituto de Astrofísica de Canarias.

La atmósfera de la Tierra, que se extiende unos 80 kilómetros más allá del diámetro de nuestro planeta, actúa como una lente que desvía la luz del Sol.

Al tiempo, filtra eficazmente sus componentes azules y deja pasar solo la luz roja que será reflejada por el satélite. Así, la Luna adquiere el resplandor cobrizo tan característico.

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