POR FERNANDO SCHWARTZ

No había que esperar más tiempo. Lo anunciado de la salida de Juan Carlos Osorio estaba más que cantado al caer el telón de México en Rusia 2018. No había condiciones para seguir al frente, además de que se quedó en lo mismo de siempre, sin poder superar una barrera que una vez más se tuvo en manos propias y que terminó como siempre. Sí, el promedio de efectividad de Juan Carlos arriba del 63% es óptimo en muchos aspectos, pero esos juegos de eliminación directa marcaron el rumbo de no poder llevar a la Selección un peldaño más arriba.

Debe valorarse de Juan Carlos y su cuerpo técnico el arduo trabajo realizado fuera y dentro de la cancha. Buscaron unión de grupo, que consiguieron, ya que pocas veces había visto tanta armonía del jugador hacia el cuerpo técnico. Era normal que quienes no jugaban estaban incómodos, pero todos profesionalmente sumaron por el grupo para buscar ser diferentes y lo imaginado llevarlo a la realidad.

La victoria contra Alemania fue magnífica, a la vez que dañina. Nos sentimos los reyes del universo y después vino la cruda realidad contra Suecia y el derrumbe final frente a Brasil. En Copa Confederaciones, en Copa Oro, en la Copa Bicentenario, el equipo se quedó con las manos vacías, a cambio de haber ganado la eliminatoria con tranquilidad, sobrepasando Columbus, San Pedro Sula, Vancouver y plazas que se le complicaban al Tricolor, y eso no resultó suficiente.

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El famoso tema de las rotaciones quedará como el gran hecho de este ciclo. Los jugadores aceptaron el sistema durante todo el proceso y en plena Copa del Mundo pidieron repetir cuadro contra Suecia, siendo ahí que se debió jugar diferente, por el futbol aéreo de los suecos y con una táctica diferente. Osorio se envolvió en la decisión tomada en conjunto con los jugadores, siendo que de ahí se escribió parte de la historia.

Como siempre, hubo polémica en las convocatorias. Hecho normal en el futbol, de que por qué uno y no otro. Porque al final es de gustos, siendo la potestad del técnico nacional en turno quien toma las decisiones. Lo lamentable, llámese Osorio o quien fuera, una vez más después de un Mundial por equis o zeta no hay continuidad y habrá que partir de cero. Juan Carlos seguramente se colocará. Ese juego contra Alemania le da tremendos bonos y cómo encaró la eliminatoria, se vuelve una jugosa oportunidad para los Estados Unidos de renacer. Osorio sólo traicionó un día su filosofía y ahí naufragó.

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Como todo proceso, dejó hechos positivos como negativos. No hay perfección en la vida. El más positivo de todos fue lograr que los jugadores le entraran a las rotaciones y la forma como el grupo lo arropó ante toda adversidad, por el trato que les dio y la forma como los llevó. Lo negativo fue no avanzar en los famosos partidos de eliminatoria directa, un hecho que a final marcó el camino.

Viene Fecha FIFA en septiembre. Dos buenos partidos, contra Uruguay y Estados Unidos. Tal vez el destino que es fuerte y contundente haga que ese juego contra los vecinos ya tenga a Osorio en el banquillo rival, mientras que aquí andaremos de homenajes ante la indecisión o el no rotundo de “Tuca”, cuando son partidos a aprovechar dentro y fuera de la cancha. Todo cuenta, se pierden 180 minutos de un proceso que exige garantías y donde la comercialización exitosa sea lo equiparable en lo deportivo.