POR JOSÉ ÁNGEL RUEDA

Como cada año, los Vaqueros de Dallas inician la temporada con la obligación de llevar el Vince Lombardi a sus vitrinas. El equipo de la Estrella Solitaria afronta 22 años de sequía, algo imperdonable para una de las franquicias más ganadoras de la NFL.

La apuesta de los Vaqueros para tratar de hacer algo este año tiene nombre y apellido. Si Dallas quiere terminar con el maleficio deberá aferrarse al talento de su corredor Ezekiel Elliott. El jugador de tercer año es la estrella indiscutible del equipo y su verdadero reto radica en disciplinarse y mantenerse plenamente concentrado en su juego.

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La situación para el mariscal de campo Dak Prescott luce complicada. Luego de una gran primera temporada, las cosas no fueron bien en la segunda. El quarterback lanzó apenas 22 pases de anotación por 13 intercepciones. Para esta temporada contará con dos nuevos receptores, el ex jugador de Jaguares Allen Hurns, y el novato Michael Gallup. Por su parte, perdió a Dez Bryant y al histórico Jason Witten, quien se despidió de los emparrillados.

El coach Jason Garrett sabe bien que esta puede ser su última oportunidad al frente los Vaqueros. El tiempo se agota y la presión cada día se incrementa más. El Super Bowl es lo único que vale para la Estrella Solitaria.