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Mira

9, septiembre 2018 - 21:29

┃ ESTO

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Por última vez, Moisés Muñoz tuvo la oportunidad de concentrar, salir al estadio en el autobús con sus compañeros, calentar y recibir la charla técnica. Instantes que pudieron haber durado una eternidad para el portero que hace poco más de cinco años, escribió su nombre con letras de oro en una de las noches más épicas en la historia del americanismo.

La tarde no era cualquiera para él por más que se tratara de un Clásico amistoso. Fue la oportunidad de decirle adiós a las canchas con la camiseta que en reiteradas ocasiones ha dicho amar.

¿El resultado? Fue lo de menos. Poco importó el gol recibido por parte de Isaac Brizuela. El asunto se trataba de que Moi volviera a sentir lo que es defender la portería azulcrema y por supuesto, recibir el calor de una multitud que no lo olvida y así se lo hizo sentir durante todo el tiempo que estuvo en el terreno de juego.

Fue poco más de media hora la que Muñoz estuvo bajo los tres postes. El cambio antes del medio tiempo fue para que recibiera su última ovación como jugador. Agustín Marchesín lo esperaba en la línea lateral, también con palmas. El abrazo entre los dos porteros fue el desenlace de la carrera del 23 que siempre será recordado.

En las espaldas de Moisés se van dos títulos de Liga u dos de Concacaf Liga de Campeones; además del protagonismo de la noche del 26 de mayo del 2013, que en un abrir y cerrar de ojos, lo disparó rumbo al olimpo del americanismo, lugar del que nadie podrá sacarlo.

Así llegó a su fin la trayectoria de Moisés Muñoz, un tipo siempre profesional y entregado, que se va con la espina de no haber podido jugar una Copa del Mundo, pero con la satisfacción de haber entregado todo de sí en cada partido que jugó.

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