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28, noviembre 2014 - 10:50

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Carlos Siula / Corresponsal El Sol de México

PARIS, Francia – En los últimos días aumentó en forma considerable el olor pestilente que brota del hermético edificio de vidrio y cemento, la sede de la FIFA, ubicada en Hitzigweg 11, en una zona arbolada ubicada en los suburbios de Zurich (Suiza).

La razón de ese tufillo es la serie de escándalos que han comenzado a salir a la luz, a pesar de los desesperados esfuerzos que realiza el zar del fútbol, Joseph Blatter, para tratar de mantener una ficción de normalidad.

El responsable de la primera gaffe fue el propio Blatter cuando declaró que “el Mundial de 2022 no se realizará en Qatar” y -entre otros cargos contra ese país- criticó la “arrogancia de los árabes”. “Se permiten todo porque tienen mucho dinero”, agregó. En la misma oportunidad, también denunció la financiación que acuerda Qatar a los yihadistas del grupo Estados Islámico (EI), responsable de una ola de terror sin precedentes en Siria e Irak.

* El rey de las metidas de pata

El presidente de la FIFA formuló esos comentarios en octubre durante una cena con los dirigentes de la federación noruega de fútbol, que fue revelada por el semanario alemán Der Spiegel.

Blatter, naturalmente, desmintió haber formulado esas críticas. Pero sus esfuerzos por apagar el incendio fueron vanos. La precisión y los detalles aportados por Der Spiegel dejan poco lugar a dudas.

El lapsus linguae -como se dice elegantemente cuando uno mete la pata- provocará daños colaterales para las aspiraciones de Blatter de obtener el premio Nobel de la Paz por su “contribución a la unidad del mundo a través del fútbol”.

Blatter había planificado esa cena con participación del presidente del Comité Nobel de la Paz como paso decisivo de su campaña proselitista. El carácter racista de sus declaraciones sobre Qatar y los árabes en general probablemente comprometieron definitivamente sus ambiciones de ser consagrado al mismo nivel que Martin Luther King o Madre Teresa.

* Bromas que hieren

Lo más curioso es que nadie se sorprendió demasiado por los excesos verbales de Blatter. Los dirigentes de la FIFA están acostumbrados a los frecuentes gazapos de ese suizo -escasamente ocurrente- que trata de compensar su falta de carisma con bromas que suelen terminar en un resbalón.

En 2013 había declarado que atribuir la organización de la Copa del Mundo a Qatar había “sido un error”. Con respecto a ese mundial sugirió -medio en broma y medio en serio- que los gays debían abstenerse de toda actividad sexual en el país. Sobre otro aspecto sensible, en 2011 restó importancia a los insultos del uruguayo Luis Suárez contra Patrick Evra: “En el fútbol no hay racismo”, aseguró en ese momento. En 2012 había declarado que tampoco “existía el doping en el fútbol”. Algunos años antes, propuso que -para ganar popularidad- las mujeres futbolistas debían jugar con vestimentas “más femeninas”, como las jugadoras de vóley, que utilizan shorts ajustados.

En todos los casos tuvo que corregirse y pedir excusas.

Incluso sus propuestas estrictamente deportivas con frecuencia fueron fuente de conflicto, como su idea de agrandar los arcos, suprimir los empates y eliminar las prolongaciones en los mundiales “para que los partidos resulten más interesantes y atractivos para el

público”.

* El informe explosivo

Muchas de esas iniciativas fueron consideradas como un recurso para distraer la atención a fin de no hablar de lo esencial.

Ahora, sin embargo, parece imposible que Blatter pueda escapar a sus responsabilidades, pues la presión internacional es cada vez más fuerte para que comience a sanear el funcionamiento de la FIFA.

La nueva ola de malestar estalló con la decisión de la FIFA de mantener secreta la versión completa del informe redactado por el ex procurador norteamericano Michael J. García sobre las condiciones de atribución de los mundiales de 2018 y 2022. La publicación del texto íntegro “colocaría a la FIFA en una situación jurídica muy delicada”, explicó al magistrado alemán Joachim Eckert, que preside la comisión ética de la institución.

Algunos miembros del comité ejecutivo -como el norteamericano Sunil Gulati, y el caribeño Jeffrey Webb, de las islas Caimán- rehúsan plegarse a esa directiva y, por el contrario, exigen la publicación integral del informe.

* Micrófonos indiscretos

Estados Unidos, víctima principal del presunto soborno masivo organizado por Qatar para obtener la atribución del Mundial 2022, no está decidido a bajar los brazos y capitular. Si la FIFA modifica su decisión, la federación norteamericana podría organizar fácilmente la copa dentro de ocho años en los estadios que posee en todas las grandes ciudades.

Para eso cuenta con el respaldo del FBI (ver recuadro). La agencia federal al parecer llegó a un acuerdo con Chuck Blazer, que fue miembro del comité ejecutivo de la FIFA de 1996 a 2013. El FBI le prometió inmunidad por algunas viejas cuentas pendientes si aceptaba transportar un micrófono miniaturizado en todas las reuniones oficiales y privadas de la institución.

Blazer al parecer no solo grabó las sesiones del consejo ejecutivo, sino las explosivas conversaciones entre delegados al margen de las reuniones oficiales e incluso durante los cocktails donde se negocian los votos y se discuten los presuntos sobornos.

La revelación de esas grabaciones sería fatal para Blatter.

* Caso cerrado

Con respecto al mundial de 2022, para la FIFA y los países occidentales es virtualmente imposible despojar a Qatar de la organización del torneo.

En las actuales circunstancias, sobre todo después de las desafortunadas declaraciones formuladas en Noruega, un gesto de esa naturaleza sería considerado como una ofensa para Qatar, una afrenta para el mundo árabe y una humillación para los 1.700 millones de musulmanes.

El Mundial de Qatar es un caso cerrado. Para calmar la aprehensión de los equipos y jugadores, es posible que finalmente la FIFA acepte cambiar las fechas del torneo para hacerlo jugar en los meses más fríos del año en la región (diciembre o enero).

* Una farsa

Lo que aún sigue abierto y parece imposible de contener es el explosivo informe del investigador Michael J. García. El presidente del comité de ética de la FIFA, Hans-Joachim Eckert, consideró imprudente publicarlo en forma integral y solo dio a conocer una síntesis de 42 páginas, pero esa decisión severamente criticada por el ex procurador de Nueva York: “La decisión [de Eckert] contiene varias presentaciones incompletas y erróneas de los hechos detallados en el informe”. Sin disimular su irritación, García anunció su intención de recurrir ante el comité de apelación de la FIFA.

“Pienso que se trata de una farsa”, reaccionó por su parte el presidente de la Federación Inglesa de Fútbol, Greg Dyke. “Si la persona que redactó el informe dice que la nota [de Eckert] no refleja lo que afirmaba en su informe, entonces yo resultaría escandalizado por todo eso”, insistió.

Esa nueva prueba fuerza, en todo caso, constituye una grave amenaza para el hombre que dirige los destinos del fútbol mundial desde 1998.

Hasta ahora, Blatter sigue afirmando que mantendrá su candidatura a la reelección, prevista para el 29 de mayo de 2015 en Zurich.

En el sistema de compromisos que existe en la FIFA, no es imposible que llegue al día de la elección, pero -si continúan los escándalos, denuncias y pasos en falsos- habrá que ver en qué condiciones llega. –