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[symple_tab title=”Crónica”]
POR LUIS GARCÍA OLIVO
CON tan solo un poco, un poquito, América se tiñó de semifinalista. El colmillo y hasta la experiencia le elcanzaron para que el empate en el global y la posición en la tabla general propiciaran su pase a la siguiente ronda, pues el Puma perdonó, no supo matar y en el pecado llevó la penitencia, razón por la que no pudo fabricar una nueva edición de la maldición del superlider.
El mandamás de la general vive, pese a que en ocasiones fue rebasado por el Felino, pero un oportuno Paolo Goltz emparejó las situaciones que derivaron en un nuevo tromento de Guillermo Vázquez frente al mismismo América.

A la garra felina le faltó el último toque, aquel que no encontraron con Daniel Ludueña, Lalo Herrera, Dante López e Ismaeel Sosa, pues los centimetros y Moisés Muñoz los alejaron del gol de visitante, que de haber cocretado, posiblemente la justicia les hubiera sonreido, pero América recordó que esto no es de merecimiento, sino de goles y diferencia, que la corrobaron en su mejor posicionamiento en la clasificación de la general. Muerta al Puma, vida al América…

EMOCIONES SIN GOLES

Frenético en el alba y al ocaso.

No había otra forma de encarar la contienda que dejó con hambre de más desde el pasado miércoles. Lo supieron ambos, por lo que la explosividad reinó en gran parte de la primera mitad, parte a la que únicamente le faltó el gol.

Demasiada energía fue la otorgada por las das oncenas, no se reservaron nada y Pumas estuvo más cerca de hacer la diferencia, pero en par de tiros, Moisés Muñoz atajó oportunamente para librar al América de la vacuna felina.

Los ingresos de Layún y Sambueza mostraron otro América a diferencia del que existió entresemana. En el papel y la cancha pesaron, se notaron desde el comienzo y en sus arribos a la meta de Saldívar lo confirmaron: Como en aquel disparo de Miguel por sector izquierdo que pasó por un costado. A éste le siguieron un par de tiros libres y una última en Oribe Peralta, quien alcanzó a peinar y el balón botó antes para que el “Pollo” escupiera a tiro de esquina.

Del lado felino se contaron las mejores, gracias a un Cortés inspirado, un Dante desatado y unos Herrera y Sosa que perdonaron. El tiro machucado del “Grande” y la técnica y el riflazo de Dante y Sosa, respectivamente, agrandaron la figura de Moisés Muñoz que resolvió serenamente.

Dichoso fue el balón, por ganas no quedó. Preocupación en el América y serenidad en los Pumas al entretiempo.

GOLTZ, LA DIFERENCIA
Con ida y vuelta se escuchó el silbatazo del complemento. Lo mejor llegó, latigazos y las atajadas de los guardametas abrieron los últimos 45 minutos de la serie, en donde América no tuvo de otra: Atacar y atacar; mientras que el Puma debía matar o matar.
Así que en Ismael Sosa se relató la primera de la segunda parte, el argentino tuvo una gran descolgada, pero en su intento de hacer el gol, Goltz y Aguilar lo desarmaron. A él se unió Lalo, quien fue achicado por Moi Muñoz en otro latigazo por derecha. Dos más de peligro.

Con la presencia de Orlando Díaz en sustitución por Luis Mendoza, Paúl Aguilar también apostilló por la casa, pero Saldívar también recostó perfectamente. Era un ir y venir, gran momento del duelo.
La “diana” faltaba, lo supo Memo Vázquez, por lo que Ludueña entró a la escena y Layún contestó con el indicio de gol, pues otro de sus tiros rosó el palo izquierdo, para enseguida ver la anotación de Paolo Goltz en gran remate de cabeza, tanto que regresó a la vida al América, pues con él estaban en la siguiente fase.

Alivio para las Águilas y presión para los Felinos que acorralaron al rival en los minutos finales. El graderio americanista estaba extasiado y el “Turco” echó atrás el camión, pues mandó a Guerrero y renunció al ataque con Rey.
Los últimos segundos fueron mortales, los fantasmas volvieron a Memo Vázquez en el mismo escenario y contra el mismo rival, el Puma murió por el efecto de perdonar se llevaron la eliminación y América con tan solo un poquito le sonrió la tabla general. Semifinal Azulcrema, exclusión auriazul. No hubo tal maldición del superlider.

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