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4, octubre 2018 - 3:14

┃ Guillermo Martínez

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POR GUILLERMO MARTÍNEZ G.

Los Juegos Olímpicos de México 68 marcaron un parteaguas hacia la humanidad, como una señal de hermandad entre las razas a través del deporte.

Ello cuando dos deportistas afroamericanos, Tommie Smith y John Carlos, tras haber finalizado la carrera de los 200 metros con oro y marca mundial de 19 segundos y el bronce con 20’’10, respectivamente, alzaron su puño envuelto en un guante negro mientras comenzaba a sonar el himno nacional estadounidense, un 16 de octubre de ese año en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria.

Fue un logro más de amor y compañerismo, donde las competencias les dieron la oportunidad de hacerlo, quedando México como el testimonio principal del acontecimiento.

Una imagen que a 50 años de lo sucedido y que fue inaceptable en ese momento, hoy en día es una prueba de grandeza por ese desafío hacia una lucha por los derechos civiles de la raza negra.  Ellos fueron expulsados de por vida de los Juegos Olímpicos junto al australiano Peter Norman, quien logró la presea de plata con 20’’06. Pero al pasar los años, fueron condecorados y hasta una estatua hay y películas por la protesta que hicieron arriba del podio.

Pero la protesta antirracial no sólo fue en México, sino en gran parte del mundo eran el pan de cada día, por lo que los brazos hacia arriba eran la señal del Black Power con los que identificaban. Posteriormente con lo sucedido, México también reconoció que fue una rebelión sustentada por los deportistas, que a la vez fueron inspirados por la gente que peleaba en las calles buscando igualdad.

Un hecho que llegó a todas las partes del mundo, ya que por primera vez fueron transmitidos a través de la televisión a millones de personas, por lo que se convirtió en un icono del Siglo XX.

Con todo eso sucediendo, el mundo deportivo no tenía confianza para que México llevara a cabo los Juegos Olímpicos. En parte había algo de razón, ya que el país no tenía participación en el atletismo, era muy rudimentario y solamente algunas personas contaban con las facultades para responder a las críticas internacionales.

Por lo que el país necesitaba a personas sólo vinculadas al deporte, sin que se fijaran en las protestas estudiantiles de raza y religión. Así fue como se  tuvo que llamar al profesor de educación física de ese entonces, César Moreno Bravo, para que se le asignara planear bien las estrategias a seguir, como el tener una pista de tartán que finalmente fue la primera que se usó en unos Juegos de esta magnitud.

César señaló que las competencias que se hacían en México, distaban mucho de tener una representación internacional. Por lo que la misión era mostrar que se podía lograr y que la comunidad deportiva quedara satisfecha con los resultados que se obtuvieran.

Finalmente se logró el objetivo, siendo además los últimos Juegos Olímpicos que se consideran de la amistad. Ya que después de los Juegos celebrados en Múnich, Alemania, donde ocurrió una masacre, se tuvo que blindar las villas donde se hospedaban los deportistas.

“En México 68 podías estar en las villas conociendo a los participantes, entrevistarlos sin ningún problema y convivir. Pero después de Múnich, se solicitó de parte del Comité Olímpico Internacional, que en las villas sólo podrían estar los deportistas y ninguna persona más. Había de todas las razas e incluso la gente pudo conocer de cerca a quienes después lanzaron ese desafío ante el mundo en contra de la discriminación”, dijo César Moreno.

Estas son las anécdotas del miembro de la IAAF (Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo). Quien agregó que otra parte importante de los Juegos, es que se rompieron muchas marcas, tanto olímpicas como mundiales, que incluso algunas siguen vigentes hasta el momento. Calificándolo la prensa internacional como el mejor encuentro del Siglo.

“Nunca en la historia ha habido marcas de atletismo  como lo fue en el país. El evento le fue dado a México gracias al apoyo del entonces Presidente Adolfo López Mateos. Pero a los dos años dejó de serlo y entró Díaz Ordaz, quien no apoyó el evento. Quitando al general Clark Flores del Comité Olímpico Mexicano. Puso a López Mateos al frente sin presupuesto, pero éste murió y fue la crítica internacional la que comenzó a decir que había sido un error darle unos Olímpicos a México”.

Posteriormente se los dio a un equipo al que perteneció César, quienes comenzaron a instalar la pista de tartán, avalada por el COI, en el estadio de Ciudad Universitaria, la cual quedó como una prueba de que sí se pueden llevar competencias en la misma, por lo que desde entonces en cada encuentro se pide que sea de ese estilo.

OTROS ASPECTOS

Fue la primera vez se creó el juramento con los jueces, el cual solamente existía con los deportistas.

Se aceptó la participación de los deportistas de Sudáfrica, pero estos no lo hicieron porque México solicitó que se prohibiera el Apartheid. Lo cual no aceptaron los países sudafricanos.

Comenzaron a realizarse exámenes antidopaje.

Una de las marcas más memorables, fue con el atleta de velocidad estadounidense James Hines, quien rompió la barrera de los 10 segundos: Llegó a la final de los 100 metros planos a los 22 años y fue el primer hombre en lograr un registro de menos de 10 segundos (9″95).

Otro deportista que usó el hándicap de la altura a su favor fue el estadounidense Bob Beamon. Llegó a México como favorito para la prueba del salto de longitud, y hasta alcanzó una nueva marca olímpica de 8.90 metros en su salto, a sus 22 años de edad.