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11, octubre 2018 - 1:55

┃ Guillermo Martínez

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Una de las piezas clave para la realización de los Juegos Olímpicos México 1968, fue sin duda el reconocido arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, fallecido el 16 de abril de 2013, día y mes que cumplió la edad de 94 años. Eslabón irrompible entre la justa veraniega y el Movimiento Estudiantil del 68, el arquitecto protagonizó decisiones que pudieron cambiar el rumbo de la magna celebración deportiva.

A la par de este evento histórico universitario, el arquitecto mexicano, autor de obras como el Estadio Azteca, el Museo de Antropología o la Basílica de Guadalupe, por citar solo tres de las más emblemáticas de este país, tuvo a su cargo la presidencia del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos, tarea nada fácil por aquel 2 de octubre.

Pero, además, este entusiasta e incansable personaje que también impartió cátedra como maestro de la Universidad Nacional Autónoma de México, fue autor del diseño que conmemoró la justa olímpica, el tan memorable “México 68”, así como los elementos gráficos de cada disciplina deportiva incluida la paloma de la paz; para ello se apoyó en un equipo de diseñadores que supieron plasmar magistralmente la ideología del arquitecto, inspirada en la cultura huichol; dos de las personas principales que trabajaron muy apegados en este proyecto, fueron los arquitectos Villazón y Eduardo Terrazas. Tiempo después un diseñador grafico estadounidense, Lance Wyman, quien también participó como colaborador en los trabajos, se adjudicó todo el proyecto de la simbología. El tema es bastante polémico.

Otro de los iconos que fueron de gran relevancia, son los llamados Judas, estructuras gigantes que representaban a cada una de las disciplinas, colocadas a fuera de las sedes deportiva; estas fueron construidas de fibra de vidrio y medían hasta 10 metros de altura.

Nacido en la Ciudad de México el 16 de abril de 1919, Pedro Ramírez Vázquez de igual forma fue presidente del Comité Olímpico Mexicano y obtuvo el Premio Nacional de Bellas Artes en 1973; en sus obras mundiales costa el edificio sede del Comité Olímpico Internacional, ubicado en Lausana, Suiza, así como la construcción del museo de esta importante institución deportiva.

Por esto y tantas cosas vinculadas al olimpísimo, el arquitecto mexicano quedó adherido a los aros olímpicos a sangre y fuego, llevando a su vida diaria la frase célebre del Barón Pierre de Cubertin: “Lo importante no es ganar, sino competir”.

El legado de Ramírez Vázquez, en torno al movimiento olímpico, quedó sellado en 1972, cuando ingresó como miembro al COI; para 1986 fue cuando inició con la obra de la magna sede. Pero no cabe duda que su obra maestra fue la organización de los Olímpicos de México 68, labor que quedó plasmada gracias a su empeño y gran trabajo, mismo que hasta la actualidad permanece como fiel testigo de un personaje que dejó parte de su vida en una de las celebraciones que marcaron a México.

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