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1, diciembre 2014 - 10:06

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POR HORACIO SOTO CASTRO

EULALIO López “Zotoluco” hizo alarde de su maestría y ratificó que puede con el toro malo, regular y el bueno y todo lo que le salga por toriles, además de que hizo gala de su profesionalismo, su raza y su pundonor en la “encerrona” en que actuó como único espada ayer en la Plaza México y salió a hombros por la Puerta del Encierro portando dos orejas, que pudieron ser nada, pero el reconocimiento del público es lo que cuenta, que se le entregó sin reservas toda la tarde ante su actitud de una figura del toreo que no acepta medianías.
No hubo ese triunfo grandioso por la poca colaboración de los toros que saltaron a la arena y, repetimos, el torero depende del toro y no salió ese astado que lo pudo poner en los cuernos de la luna que allá en lo alto lo estaban esperando.
Efectivamente, fue una odisea la que vivió Eulalio López, quien compartió con el público que registró una soberbia entrada que pudiéramos calcular en 18 mil almas que lo recibieron cariñosa, calurosa y respetuosamente.
Decimos odisea porque “Zotoluco” en esas dos horas y media tuvo momentos de todos calibres, desde su retirada en silencio, pasando por sonoras ovaciones y terminando en los hombros de los aficionados que le patentizaron su sentir, por lo que podemos expresar que Eulalio López tuvo una digna y meritoria “encerrona”, que lo debe dejar satisfecho y orgulloso por ese reto que supo afrontar.

EL FESTEJO
Se registró una entrada que sólo las figuras lo pueden lograr en medio de un gran ambiente, expectación y con verdaderos deseos de ver en acción a “Zotoluco”, quien no escatimó esfuerzos para salir con las banderas al aire.
El diestro chintololo lució un elegante terno negro recamado en bordados en oro, y cuando apareció en la puerta de cuadrillas estalló el júbilo de los asistentes. Sereno, pisando fuerte, altivo y seguro de sí atravesó el ruedo para cambiar el capote de paseo por el percal de torear. En su capote de paseo apareció bordada la imagen de la Virgen de Guadalupe, que adornó la presencia de su esposa e hijos que ocupaban unas barreras. Los nombres de algunos astados fueron cambiados y los bautizaron con nombres alusivos al recién personaje desaparecido Roberto Gómez Bolaños, a quien le brindó la muerte de su segundo toro, de nombre Chapulín. Al final del paseíllo los representantes de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros le rindieron un homenaje al maestro por sus 27 años de matador de toros.

EL ENCIERRO
Los toros salieron con los nombres de Sin querer queriendo, de Marrón; Chapulín, de Javier Garfias; Río dulce, de Jaral de peñas; Chespirito, de Montecristo; Manda más de Xajay y Venadito de Fernando de la Mora. Los seis toros que saltaron a la arena estuvieron debidamente presentados, pero en unos pelearon más que otros y llegaron al tercio mortal dando un juego irregular, sobresaliendo en la suerte de varas Nacho Meléndez y Ángel Juárez, quienes fueron aplaudidos.
Entre los de a pie saludó en el tercio Christian Sánchez.

“ZOTOLUCO”
Eulalio López dejó muchas suertes y lances en el clóset por la poca colaboración de los toros, porque él estuvo en maestro, en figura del toreo, y sobre todo, muy profesional, y tuvo momentos de alta calidad, que le corearon con fuerza. Su valor fue inquebrantable y su temple fue de gran despaciosidad que se hicieron eternos los muletazos. Fueron faenas de mucha variedad que gustaron al público y una cosa que hay que señalar es que el de Azcapotzalco mantuvo el interés entre el público durante toda la tarde, pues nunca se escucharon muestras de descontento y él no aflojó el paso en sus faenas.
Otra cosa significativa fue que “Zotoluco” hizo honor a la profesión de matador de toros. Llegó con las espadas bien afiladas y cobró seis estoconazos yéndose por derecho, algunas de efectos rápidos y otras no, y solamente señaló un pinchazo y un golpe de descabello.
Y otra actitud profesional fue que no descuidó el menor detalle en sus toros y él mismo se encargó de bregar y llevar a los toros a los caballos y colocando a los astados para que fueran banderilleados.
Los mejores momentos de “Zotoluco” fueron en su segundo de Javier Garfias, que fue un toro que humillaba y fue emotivo. Le toreó soberbiamente con chicuelinas antiguas y faena por ambos lados con temple y mando con momentos brillantes y mató de estoconazo que hizo rodar sin puntilla al toro para cortar la primera oreja. Palmas al toro y él dio una vuelta con mucha fuerza y se desgranaron las dianas en su honor.
La segunda faena de oreja fue el quinto de Xajay, al que toreó con gusto, temple y arte con tandas extraordinarias. Una faena que fue a más, pues el toro perdía constantemente las manitas y con su recurso lo mantuvo de pie. Otro estoconazo de efectos lentos, pero que dobló, y oreja. Palmas al toro.
En las demás faenas tuvo pasajes brillantes que le corearon con fuerza, con temple, muy despacio y dándoles su tiempo y distancia, que tuvo el reconocimiento del público. Intercaló pases de trinchera, el desdén, de trinchera y una variedad extensa de su repertorio. Verónicas, chicuelinas, largas afaroladas y en fin que entusiasmaron al público.
Lo cierto es que tuvo una destacada actuación de maestro y figura Eulalio López “Zotoluco” y que siempre mantuvo el interés de los asistentes. Fue el dueño de la tarde.

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