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Mira

31, octubre 2018 - 23:26

┃ Alejandro Alfaro

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Guadalupe.- La Copa MX se pintó de azul celeste y nadie mejor para levantarla que un hombre hecho en La Noria. Y es que Julio César Domínguez, en su posición de capitán, se abrió paso entre sus compañeros, subió al podio y alzó en todo lo alto el trofeo que los acredita como monarcas coperos. El júbilo era total. Saltos, cantos, abrazos y algarabía se apoderaron del plantel azul.

Mientras el festejo se desarrollaba, el autor intelectual bajó a la cancha y se abrazó con cada uno de sus futbolistas de forma efusiva. Ricardo Peláez es el nombre de la transformación cementera, pero lejos de querer los reflectores, dejó todo el protagonismo a su plantilla.

Al costado del campo, una plegaria en agradecimiento al cielo por la gloria alcanzada.

Otro muy emocionado fue Guillermo Álvarez. El proyecto finalmente empieza a rendir los frutos que durante tanto ha buscado y le supo como a nadie el triunfo.

Pedro Caixinha, quien tuvo que vivir todo desde la grada, tampoco pudo ocultar su felicidad. El fruto de su trabajo se vio reflejado en este éxito que ahora quiere volver costumbre. Su mayor logro fue cambiar la mentalidad de un grupo acostumbrado a las penas.

Las tribunas de un ya semivacío “Gigante de Acero” fueron testigo del campeonato cruzazulino, aunque eso sí, los fieles cementeros presentes lo celebraron a todo pulmón y con la miel del triunfo ya probada, quieren más, sueñan con la Liga. (Alejandro Alfaro / Foto: Jesús Téllez. Enviado)

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