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22, noviembre 2018 - 1:59

┃ Alejandro Alfaro

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POR ALEJANDRO ALFARO

El clásico entre River Plate y Boca Juniors podrá no ser el más costoso del mundo. Incluso, seguramente no hallarán en sus plantillas a las grandes figuras del futbol mundial que sí vemos en el futbol de Europa.

Sin embargo, la rivalidad por excelencia del futbol pampero cuenta con ingredientes que la vuelven inigualable a nivel internacional y que hará que los ojos de todo el orbe se centren en ella el próximo sábado, cuando Millonarios y Xeneizes disputen la final de la Copa Libertadores en un duelo a matar o morir.

Más allá de los 22 protagonistas que saltarán a la cancha del Monumental, el factor predominante y que vuelve inigualable este choque es la pasión con la que el pueblo argento vive y transpira el futbol, por lo que, al tratarse de los dos conjuntos más populares de aquel país, el resultado es una efervescencia sin igual.

Antes de todo lo que hoy vemos, de la resolución de la Libertadores, el morbo de la previa y las horas que se vuelven eternas para ambas aficiones existe una rica historia que respalda más de un siglo de pique entre dos conjuntos que, irónicamente, nacieron en el mismo barrio, tuvieron sus canchas a solamente unas cuadras de distancia y terminaron por polarizar la forma de sentir y concebir el balompié argentino.

Para hablar del súper clásico hay que remontarnos a principios del siglo pasado. Cuando la zona portuaria de Buenos Aires tenía su lugar en el Río de la Plata y tenía su puerto en el barrio de La Boca, lugar muy influenciado por costumbres y tradiciones extranjeras debido a la gran cantidad de europeos que arribaron ahí, incluido el futbol.

En aquellos años, la cantidad de equipos creció significativamente y con ello las rivalidades se fomentaron. El primer titán en nacer fue River, producto de la fusión entre los clubes Santa Rosa y La Rosales, en mayo de 1901. Sus colores rojo y blanco fueron tomados de la bandera genovesa, tierra de origen de muchos de sus fundadores.

Curiosamente uno de los nombres propuestos fue “Juventud Boquense”, pero al final fue desechado para dar pie a River Plate.

Cuatro años más tarde, el contrapeso histórico vería la luz. Boca Juniors nació de la idea de cinco jóvenes que quisieron formar su club de futbol. El nombre lo tomaron, evidentemente, de la pertenencia al barrio de La Boca y le dieron el “Juniors” en busca de ese toque de elegancia inglesa propia de la época. Tomaron sus colores de una embarcación sueca en el puerto y curiosamente no querían jugar de rojo con blanco, pero no por River, sino por Alumni Athletic Club, el conjunto inglés que dominaba en ese entonces. Quizá eso sería un presagio de lo que más adelante sucedería.

GITANOS

Pese a tener su estadio original en La Boca, River Plate tuvo muchas dificultades para asentarse ahí de manera definitiva. De entrada, tuvieron que peregrinar a otros barrios, como Sarandí y Caballito para posteriormente volver a la querencia y permanecer ahí hasta 1923, año en el que salieron de esa zona de forma definitiva para hacer una escala en Palermo, y posteriormente, mudarse de forma permanente a Núñez, donde edificaron el estadio Monumental que hasta la fecha es su casa.

En contra parte, Boca resistió las dificultades y se mantuvo siempre en el barrio. Es cierto que se mudaron de forma temporal a Wilde, pero la inconformidad de sus socios, reflejada en la disminución de mil 500 a solamente 300 afiliados, los hizo volver a La Boca para quedarse ahí por siempre.

EL PRIMER CLÁSICO

Para 1913 se registraría el primer clásico entre River y Boca. Se jugó en la vieja cancha de Racing y el triunfo fue para los que más adelante se convertirían en Millonarios: 2-1 fue el marcador.

Este fue el primer enfrentamiento formal, ya que anteriormente se habían celebrado algunos compromisos amistosos entre ambos, mismos que empezaron a dar forma a la rivalidad, al tratarse de vecinos de cierta forma incómodos.

Para 1931, ya con la primera liga profesional en Argentina, el Boca-River terminó con tres expulsados de los visitantes, lo que acrecentó la calentura de uno a otro.

Esto aunado a sus constantes enfrentamientos en todo tipo de competencias, así como las vueltas olímpicas que daba un equipo en la cancha del otro, si es que lo derrotaba, terminó por encender una llama que hasta hoy no se apaga, por el contrario, arde con más fuerza que nunca.

En 100 años de rivalidad, River y Boca aprendieron a entender este deporte desde distintas perspectivas. En Núñez se precian de disfrutar de un futbol gourmet, el buen trato a la pelota y el ganar con un estilo de juego pulcro; mientras que en La Boca las masas se exaltan con el famoso “huevo”, meter fuerte la pierna, dejarse la piel en el campo y a veces ganar hasta colgados del poste.

La final de la Copa Libertadores elevará la rivalidad más pasional del mundo a su máxima expresión. El primer capítulo dejó la moneda en el aire y tendrá su desenlace este sábado, con un Monumental a reventar y una Argentina paralizada por el interés de propios y extraños. El ganador tendrá un argumento para echárselo en cara al rival de toda la vida por la eternidad, mientras que el perdedor no tendrá vuelta atrás, no hasta que el destino los vuelva a juntar bajo la misma circunstancia.

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