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Mira

9, diciembre 2018 - 22:55

┃ Miguel Angel García

nota-toros

POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

Algunos envidiosos dirán que lo hecho por Antonio Ferrera en La Plaza México fue mucha crema para tan poco taco, pero en lo que coincidimos la mayoría es que el hombre montó una puesta en escena como pocas veces se puede admirar en el ruedo de Insurgentes. No tiene punto de comparación, lo de Ferrera es único y original, como cada vertiente del toreo impresa por toreros especiales. Es la genialidad de Ferrera que en México detonó por completo, cosa que venía buscando años atrás y que terminó de cuajar en el campo bravo mexicano. Y es que en los tentaderos que en los últimos meses realizó, su imaginación se desató para comenzar a formar una serie de ideas que el torero español cristalizó en la quinta corrida de la Temporada Grande. Pareció que Antonio había ensayado esta tarde mil veces, pues ante su segundo toro los actos fueron prácticamente a pulso, no existió falla, pues todo le salió de pintura.

Para ello, Ferrera se fue a topar con el mejor toro del encierro de Santa Bárbara, de nombre Abuelo, el cual tuvo la nobleza idónea para dejar al torero a gusto, la codicia para permitir trasmisión, la fijeza que no desdibuja el trazo y la calidad que envuelve la propuesta del matador. Por supuesto, el toro tuvo mayor movilidad que el resto y de haber tenido un punto más de raza, sin duda que la faena habría sido titánica. Pero Ferrera rayó en la magia y el toreo de arte que gusta en La Plaza México y que penosamente miles de personas no vieron por pensar que solo en los carteles de grandes figuras surgen acontecimientos increíbles.

El abandono del torero extremeño fue impresionante, ya que se rompió por completo para torear con el alma sin exagerar el dato, pues más que forzar o machacar su actuación, simplemente dejó que su inspiración hablara por él, como lo que comentó a ESTO en días pasados, en el sentido de que el alma debe torear y en esta forma Ferrera se dio en su comparecencia. Sin prisa, sin muecas falsas, sino siendo él en su mejor esencia. Y lo que bien se hace, bien se corona, por lo que tras despachar fabulosamente cortó dos orejas y con ello se fue por la Puerta Grande. Ferrera encajó a la perfección con su toreo muy a la mexicana, 16 años después de la última vez que pisó este coso. Es otro Ferrera, sin duda.

ABANDONO TOTAL

La salida de Abuelo por toriles, segundo toro de Ferrera -cuarto de la tarde- presagió faena grande, ya que el resto de los astados habían tenido menos alegría. Bien por verónicas el extremeño y mejor bregado, rematando de una media de pintura. El toro pegó un tumbó impresionante, arrancándose de largo con fuerza impresionante. Ferrera hizo lo propio al hacer el quite al caballo, como mandan los cánones, pero además ligando chicuelinas con las manos muy bajas imprimiendo sello antiguo, para remachar de una media de postal. Esto sería el aperitivo del gran banquete.

Con la franela roja el hispano se dio a torear de manera sublime, las dos primeras tandas por pitón derecho estremecieron al tendido por la forma en como desmayó la mano y el trazo el torero. Por la izquierda el toro no tuvo las mismas cualidades, pero Antonio dejó matices de gran calidad.

Y alboroto más el cotarro cuando se desprendió del ayudado para hilvanar pases por ambos lados de una dimensión desconocida hasta ese momento, despatarrado y alargando la embestida del toro. Se fue a menos el astado, pero jamás habiéndose rajado, sino dándose en calidad, fijeza y codicia ante la muleta. Grandioso ejemplar.

Ferrera culmino la labor con una tanda más ya abandonado por completo y escuchando gritos de torero, torero; prosiguió ahora de pase en pase, plegando y desplegando la muleta para encelar las ultimas embestidas de Abuelo, con aires donde viven musas y duendes. Previo a despachar todavía se adorno con pases pintureros y de gran calado.

Estocada de lentos efectos, pero precisa; petición de las dos orejas que se conceden. Solamente arrastre lento al toro, premio barato para un astado que cumplió cabalmente desde su salida, pero se fue al destazadero siendo ovacionado. El ganadero Javier Borrego Estrada acompañó en la vuelta al torero.

GRAN ESRUCTURA

Ante el primero de su lote, Ferrera ya había dejado miel en los labios, primeramente al saludar con la capa suertes de postal, rematado con verónicas. La labor de muleta no tuvo mucha transmisión por la escasa bravura del toro; claro, embistió, pero con esa suavidad que no impacta al tendido. Por el lado derecho el toro pasaba deslucido, rebrincando en las primeras tandas. Conectó mejor cuando cambio al natural, con una serie que caló en los tendidos. Nuevamente por la derecha atacó el torero con una serie de mayor impacto y fue a más cuando se dio a torear por pitón derecho sin el ayudado. Ferrera se dio todo su tiempo y respiro al toro, dejándolo a su aire, de tal modo que al final logró extraer pases más largos, habiendo hecho por completo la horma de la embestida. Estocada certera, defectuosa en colocación. Petición de oreja que no se concede, vuelta al ruedo. Lástima que el juez no vio la estructura de la labor del torero, menos la petición de la gente.

SIN SUERTE

El matador Jerónimo se tomó con dos toros contra estilo de su toreo artístico, Ante su primer toro se gustó en los quites, rematando de bonita revolera. No tuvo tela para hacer faena de arte el poblano, ya que el socio fue violento e incierto, le exigió a más y no le perdonó un error al matador. No se acomodó el diestro y el público no le perdonó nada, mejor cortó por lo sano. Despachó como pudo, mal con la espada y descabello tras aviso. Silencio.

Su segundo toro careció de fuerza y anduvo rodando por la arena, ya ni decir lo mucho que le costó desplazarse. Dejo detalles Jerónimo, sin poder redondear. Lo mejor de su tarde ha sido la estocada con que se deshizo de este asado. Fulminante.

Juan Pablo Sánchez prácticamente corrió con la misma suerte. Al primer astado no permitió la faena hilada debido a su debilidad, pero Sánchez logró extraerle pases de mucha calidad y temple. Y aunque de uno en uno, los pases de Sánchez tuvieron la madures para conseguir una labor respetable. Sin duda el torero tuvo la inteligencia de dejarse ver, pese a que su socio fue un costal de mansedumbre. Una pena que haya pinchado lo que edificó. Su segundo toro fue infumable, totalmente descastado; Juan Pablo decidió cortar la labor y fue lo más loable.

ABUELO LA LIBRÓ

Los toros de Santa Bárbara casi se van en blanco de no haber sido por el lidiado en cuarto lugar, Abuelo, de arrastre lento y el tercero, que tuvo poquito mayor movilidad que el resto. Lo demás ejemplares fueron deslucidos y escasos de bravura. Remendó el encierro un toro de Lebrija, que salió en segundo lugar, ha sido, exigente, muy enrazado.

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