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16, diciembre 2018 - 22:28

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POR JAVIER JUÁREZ
FOTOS: JORGE BARRERA Y RAMÓN ROMERO

Una vuelta más, los mismos kilómetros de antes, pero con otro sabor. Las Águilas celebraron en su nido el título con el que superaron al chiverío como el equipo más ganador del país. Ya no hay discusión.  El más grande es amarillo.

Tras el pitido final, llegó el júbilo y agradecimiento; varios futbolistas se arrodillaron y apuntaron al cielo. Sólo ellos saben sus dedicatorias.

Del lado celeste llegó la desilusión, la misma de antes, pero no tan dolorosa como la del 2013. Cruz Azul perdió combustible desde las semifinales y ya no les alcanzó. La Máquina, casi perfecta, tuvo averías y no las pudo reparar.

Los futbolistas cementeros entraron al vestidor, miraron de reojo a las gradas y dejaron a las Águilas celebrar en su casa.

El templete se colocó de inmediato, Enrique Bonilla apareció en escena y se dispuso a entregar las medallas.
Los jugadores azulcremas se formaron, bajaron el cuello y recibieron el galardón que los acredita como los mejores del torneo.

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Diego Laínez fue el primero en pasar, la joya azulcrema, a pesar de su corta edad, ya saboreó su primer título de liga. Su rostro, todavía inocente, se mezclo con felicidad.

Enseguida vino el resto del grupo, Agustín Marchesín y Paúl Aguilar fueron de los más aplaudidos.

El desfile siguió, Joe Corona, Renato Ibarra, Mateus Uribe, Cecilio Domínguez, Jorge Sánchez, Henry Martín, todos recibieron su presea.

Oribe Peralta fue de los últimos, el “Cepillo” fue coreado por los miles de azulcremas en las tribunas.

Miguel Herrera, como buen líder, le dejó el protagonismo a sus jugadores y el pasó al final.

Ya con el “Piojo” unido al grupo, Peralta se paró en medio y recibió el estilizado trofeo. El “Hermoso” no esperó más y lo alzó lo más que pudo.

Enseguida aparecieron fuegos artificiales, “We are the champions” y serpentina azulcrema.

Los jugadores corrieron de un lado a otro, abrazaron a sus familias y besaron el trofeo.

La fiesta fue suya, fiesta en América.

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