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19, enero 2019 - 20:25

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POR JAVIER JUÁREZ
FOTOS: RAMÓN ROMERO

La Máquina está de vuelta, sin el tanque lleno, con sus calderas todavía frías, pero ya avanzó.

El equipo celeste encontró aceite en la estación menos esperada. Los cementeros se quitaron en el “Volcán” la cruz que cargaban desde hace dos semanas.

Elías Hernandez, años atrás elemento felino, se encargó de marcar el único tanto del cotejo a través de un penalti.

Tigres utilizó a toda su artillería, pero no lograron traspasar el muro celeste. André-Pierre Gignac, Enner Valencia, Julián Quiñones, Luis Quiñones y Jürgen Damm se fueron en blanco.

Cruz Azul despertó en el campeonato, la tranquilidad vuelve a la Noria, pero todavía están a medio vapor.

Tigres perdió el invicto, vienen días de reflexión y regaños.

EL PARTIDO

Tras dos juegos sin pitar, la Máquina fue a Monterrey en busca de revertir su gris inicio. El equipo celeste se presentó como víctima en la cueva felina, las estadísticas las tuvieron en contra, sin embargo, Cruz Azul fue sólido y agresivo.

Pedro Caixinha relevó dos vagones que habían sido habituales, el portugués mandó al taller a Orbelín Pineda y a José Madueña. Rafael Baca e Igor Lichnovsky entraron al quite.

La Máquina se notó aceitada, Elías y el “Piojo” Alvarado entretuvieron a la zaga felina.

Tigres fue cauto, como sus garras no lucieron afiladas, sin embargo, Enner Valencia a pase de Julián Quiñones estuvo cerca de abrir el marcador, el ecuatoriano tiró rasó, el esférico iba a la red, pero Corona salvó de gran forma.

Esa jugada despertó al resto de la manada universitaria, André-Pierre Gignac y Luis Quiñones tuvieron más contacto con el balón.

El juego se convirtió brevemente de ida y vuelta, pero no duró mucho. El equilibrio apareció después.

El equipo local, sin atosigar, tomó la manija del juego.

La confianza felina creció tanto que Nahuel Guzmán se puso el traje de luces y con una faena se quitó a Martín Cauteruccio en un despeje.

En la continuación de esa jugada que inició el “Patón”, Gignac llegó a las afueras del área, realizó su clásico recorte hacia dentro y con un fogonazo de lejos estuvo cerca de mover la red. Corona sólo vio con agonía la trayectoria del balón.

Luego de ese susto, la batalla se volvió a equilibrar.

Las calderas de la Máquina se apagaron, su energía vino a menos, sin embargo, en su momento más gris, el “Cata” Domínguez cayó en el área. Fernando Guerrero vio el jalón de Guido Pizarro y señaló el penalti.

Elías Hernández, abucheado toda la noche por los seguidores universitarios, tomó el esférico y con un tiro raso venció a Guzmán.

La Máquina pitó, prendió de nuevo las calderas y soportó los embates del local.

Lo mejor para Cruz Azul fue ir al vestidor. Tigres no quiso, pero dio tregua.

EL COMPLEMENTO

Al volver al campo Tigres afiló sus garras, la artillería felina lució más peligrosa, pero Cruz Azul siguió sólido como el cemento que los patrocina.

La Máquina, a su estilo, enmudeció al “Volcán” unos segundos tras un tiro del “Cata” Domínguez que se estrelló en el poste. Tigres se salvó.

El “Tuca” notó que su equipo inquietó poco a Chuy y decidió darle ingreso a Jürgen Damm El volante mexicano de inmediato utilizó su velocidad para intentar abrir el cerrojo celeste.

Caixinha contraatacó ese movimiento con el ingreso de Édgar Méndez. Cruz Azul retrocedió algunos metros.

El lusitano quiso más fuerza en la mitad del campo y optó por darle minutos a Orbelín Pineda.

Ferretti no se quedó atrás y desempolvó a Eduardo Vargas. Las nuevas piezas trataron de encajar pronto.

La batalla fue reñida, pareja. Lichnovsky fue amonestado por jalar del short a Julián Quiñones y Adrián Aldrete terminó con el rostro ensangrentado luego de un choque de cabezas con el mismo colombiano. Cruz Azul hizo de todo para detener a los ofensivos auriazules.

Luego de asistir a Adrián, el juego se reactivó. Caixinha le puso otro candado a la puerta celeste. José Madueña entró en la agonía del juego.

Tigres encerró a Cruz Azul, pero ni con sus mejores armas, averiaron a la Máquina.

Fue todo en el “Volcán”, no hubo erupción, pero sí el primer pitido azul.

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