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26, enero 2019 - 2:21

┃ Violeta Alva

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POR VIOLETA ALVA

FOTOS: LUIS GARDUÑO

Jesús Corona, emblema y capitán de Cruz Azul, está de fiesta.

El joven que debutó nervioso en el lejano 2003 en un choque entre Atlas y Veracruz es solamente un recuerdo, el tiempo lo convirtió en un hombre maduro, líder dentro y fuera de la cancha.

El originario de Guadalajara vivió sus primeros minutos en el máximo circuito con la camiseta rojinegra, a pesar de que su padre soñó que lo hiciera con Chivas, el equipo de sus amores.

El destino lo llevó fuera de su tierra natal y le abrió el camino para hacer historia en el balompié mexicano con La Máquina, equipo con el que cumplirá este 2019 una década de haber llegado.

“Muy contento con la idea de llegar a un equipo grande y afortunadamente llegamos a esta institución y nos hemos mantenido. Muy agradecido por todo el cariño, de igual manera le tengo un gran cariño a la gente de Cruz Azul”, dice con una sonrisa.

Este sábado, Chui celebra su cumpleaños número 38 rodeado de buenas vibras y del cariño de su familia y compañeros.

El entrenamiento fue duro y después de darse un regaderazo se da un tiempo para celebrar y atender a los aficionados que le piden un autógrafo a las afueras de La Noria.

Con la educación y seriedad que lo caracteriza, saluda y posa para la lente de ESTO, Diario que le ha dado seguimiento en toda su carrera deportiva.

“Mucha salud, bienestar con mi familia y seguir disfrutando de mi profesión. Estoy muy agradecido por eso”, dice Corona antes de soplar las velas.

La jerarquía del futbolista es innegable y también el buen ambiente que genera entre sus compañeros.

Mientras el guardameta cuenta sus deseos al Diario de los Deportistas, Elías Hernández pasa y lo felicita a la distancia.

“¡Buena, Chui!”, grita Hernández mientras recorre el estacionamiento.

-¿Qué le vas a regalar por su cumpleaños?

“Un gol, el sábado”, responde el “Patrullero”, comprometido.

“Espero que sea el de la victoria”, completa el guardameta.

Corona, portero con gran seguridad en las manos, oportuno juego aéreo y líder nato, ha tenido grandes actuaciones en su carrera, no sólo en clubes, también en distintas categorías de la Selección Nacional.

En Selecciones menores participó en dos Juegos Olímpicos como titular, en Atenas 2004 y en Londres 2012, donde logró colgarse la histórica medalla de oro.

Sus momentos cumbre con el combinado mayor fueron sus participaciones en eliminatorias mundialistas y las convocatorias a las Copas del Mundo de Alemania 2006, Brasil 2014 y Rusia 2018. Sin embargo, no pudo tener minutos en las máximas justas balompédicas.

Con los cementeros, consiguió los títulos de Copa MX y Campeones de Concacaf, incluso, reforzó a Chivas en Copa Libertadores en aquel partido histórico contra Boca Juniors, pero una corona en la Liga se le ha negado.

Su extraordinaria disciplina lo ha llevado a estar en óptimas condiciones para dar siempre su mayor esfuerzo y sin duda alguna se ha ganado un lugar importante en el corazón de los aficionados cementeros.

“Muy agradecido por el cariño de la gente, de la afición, no solamente de la de Cruz Azul. A todos ellos hay que agradecerles también”, reconoce.

Corona ha tenido una carrera brillante y ha madurado en situaciones extracancha, pero mantiene su temple, ése que contagia a sus compañeros en el campo.

El final está cerca y lo sabe. Es verdad que el tiempo le ha dado madurez y sapiencia, pero está consciente que pronto deberá dejar su lugar a nuevas generaciones, como la de su hijo José Miguel, que ya forma parte de las filiales de Cruz Azul y en unos años podría ocupar el lugar que dejará en la portería.

 

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