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Mira

4, febrero 2019 - 21:44

┃ Miguel Angel García

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Foto: Twitter La Plaza México

A muchos les gustará, a otros no. Lo cierto es que el matador Joselito Adame está en el ojo del huracán y lo que haga o deje de hacer le ha ganado la atención de ístas y detractores. Está convertido en un torero controversial, polémico, que levanta pasiones, enojos y mucha emoción con un toreo que, en su mayoría, ha unificado los criterios. Como decíamos, es notable el cambio que ha tenido su tauromaquia y esta tarde mostró la calidad y bueno gusto ante el primer toro de su lote, mientras que en el segundo se pegó un auténtico arrimón dejando ver su toreo de poder y gran variedad. Lo que es del césar, al césar y Adame tiene hoy el máximo reconocimiento del público, con lo mejor y más refinado de su toreo.

Dato a destacar es que estuvo presente en el palco de la empresa el licenciado don Alberto Bailleres, acompañado por su hijo, el señor Juan Pablo Bailleres; así como de su director de Espectáculos Taurinos de México, el matador Antonio Barrera. Al menos en los últimos 20 años no había pisado este apartado el mandamás de la fiesta brava en México, pero sin lugar a dudas fue muy grata su presencia para el mundo del toro, ya que don Alberto ha sido y es una persona que fomenta y apoya el espectáculo taurino como ninguna otra empresa. Su presencia

Primer festejo del 73 Aniversario de La Plaza México, lleno en numerado, salpicado en general.

El Vergel: Ventoso, de buen recorrido y son, aplausos en el ruedo. Conocido, escaso de lámina, pitado.

Montecristo: Agradecido, de muy buena calidad y motor, aplausos. Mexicano, de importante catadura, de calidad y punto de genio, aplausos. Primavera, sin emotividad ni recorrido. Colorín, Poco codicioso, con calidad. Giraldo, mansurron. Gandinguero, deslucido.

Diego Ventura tuvo una primera actuación superior, de total refinamiento, sin más que una propuesta clásica y haciendo gala de la alta escuela de sus caballos. Enceló magistralmente a su socio, que tuvo excelente recorrido, templándolo con la grupa de ida y vuelta pegado a las tablas del ruedo, haciendo recortes muy comprometido; de igual forma toreo al astro a la altura del estribo, como redondos con la muleta. Puso cuatro banderillas ofreciendo el pecho de sus corceles para hacer el quiebro en el último momento y dejar en todo lo alto los palos; remató con banderillas cortas y dos tejones de muerte. Aplausos al toro.

Se segundo astado fue protestado por su escasa lámina, aunado a que fue rajado; lo pasaportó sin tanto trámite y el público tampoco estuvo con el rejoneador.

Joselito Adame, poco eco con la capa en sus saludos al respetable, derivado del escaso recorrido del toros. El toro no parecía cambiar para el tercio de muleta, pero unos cuantos muletazos de tanteo fueron suficientes para que Adame se entendiera perfectamente con el de Montecristo y le cuajara una faena de suma calidad y elegancia. La labor fue muy meritoria, de maestría, mostrando al astado el camino y el cómo embestir; vaya series que ligó por ambos lados y vaya modo de embestir del toro que terminó mostrando. Lo enganchó Adame de aquí hasta allá, para llevar el pase muy templado y pleno de arte y sentimiento; los naturales fueron superiores, ante los que el toro planeó en su codiciosa embestida. Y ahí, siempre en terrenos comprometidos estuvo Adame, sin dejar pensar de más al socio, sin perder las formas ni despegar las zapatillas de la arena. El cambio es notable en el toreo de Adame, de mayor profundidad y expresión artística. Dejó una estocada fulminante y el público exigió las dos orejas que atendió el juez. Aplausos al toro.

Zapopinas de gran impacto en los quites, para luego brindar su faena al licenciado don Alberto Baillères, quien presenció la corrida en el poco de la empresa. Y vaya paquete que tenia Adame.

Esta vez Joselito mostró su parte poderosa, su maestría cada vez más asentada. Le invento una faena al socio que poco recorrido tuvo y codicia; el torero se impuso estando muy por encima del oponente y en terrenos peligrosos, sin irse ni un centímetro de la jurisdicción del toro. Extrajo muletazos de todas marcas, con asentamiento, dando dimensión hasta donde más pudo a la calidad del toro; cambiados por espalda, cambiados de manos para torear por derecha y natural. Terminó armando la locura con una público entregado que le gritó torero, mientras él proseguía exprimiendo al toro que parecía que claudicaba, pero Adame lo siguió mimando para arrancar más pases que terminaron por poner la plaza boca abajo. Paroxismo total. Y dejó una estocada que por su sola valía una oreja, pero el juez sólo otorgó una pese a la petición de la gente. Dio la vuelta al ruedo bajos las notas de Pelea de Gallos, gran tarde de Adame, la que muchos esperábamos.

Ernesto Javier “Calita” supo resolver la propuesta de su astado, un toro de seria catadura, que no permitió error, pese a que se mostró bonito en la embestida. Ernesto, toda firmeza y brillante sitio le hizo frente sin echar paso atrás, con la idea clara y cuajando series que impactaron en el tendido. Por derecha e izquierda el torero extrajo muletazos largos y templados, despatarrado y acompañando con la cintura de manera excepcional; no se salvó de un fuerte derrote que lo mandó varios metros para arriba, no se miró el cuerpo y prosiguió metido en su labor, ligando más pases con una solvencia que convenció al público. El ejemplar siempre tuvo la disposición y motor, había que llevarlo muy bien toreado. Se tiro a matar para dejar una estocada completa que no bastó, tuvo que usar el descabello y no se salvó del aviso. Al tercio con fuerza y aplausos al toro.

No hubo tela para lucir con la capa y había un tanto menos para brillar con la muleta. El socio de Ernesto tuvo cierta mansedumbre que no le permitió embestir con boyantia, solo a medio gas, per cuando lo hacía iba con calidad y nobleza. Nuevamente estuvo firme el torero, con ideas claras y en todo momento extrayendo pases, tuvo a la gente metida en su labor, pues fue seria y de buen calado; extrajo a tirabuzón muletazos por ambos lados, embarrándose el toro en la faja, de muy buena calidad y temple. Alargó en demasía el trasteo, dejó pinchazo y estocada.

Andrés Roca Rey, candeciosos lances a la verónica, para rematar toreramente soltando la punta del capote. Su toro creció de emotividad y recorrido, en otra muleta hubiera claudicado al inicio, pero el peruano se pegó un arrimón de miedo para extraer cada muletazo, no hubo series ligadas, pero sí pases muy ceñidos por delante, en cambiados por la espalda y con la mano izquierda; Roca Rey se jugó la vida alegremente, como es parte de su estilo, aguantando las medias embestidas y siempre ofreciendo los muslos como carnada para dejar de igual modo destellos de su toreo toda calidad, muy por encima ha estado. Bernardinas como colofón y pinchazo y estocada como rúbrica. Corto una oreja.

Su segundo astado no tuvo calidad ni motor, solo se defendió echando la cara arriba en los cites a la muleta. Roca hizo el esfuerzo pero no tuvo recompensa.