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5, febrero 2019 - 16:30

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FOTO: AltoToro Twitter

TEXTO: MARYSOL FRAGOSO

INFOGRAFÍA: LUIS CALDERÓN

No se puede concebir el paisaje urbano de la Ciudad de México sin el lugar preponderante que corresponde a la Monumental Plaza de Toros México, toda vez que no sólo es una construcción imponente -que, por mucho, se adelantó a su tiempo-, sino que por largo tiempo fue el punto de referencia para situar una zona de la capital del país.

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A partir de su construcción se crearon en sus alrededores y en los del estadio de futbol, las colonias Noche Buena, Nápoles y Del Valle, mismas que sustituyeron a las tabiqueras y a las haciendas. Fue entonces cuando se empezaron a vender lotes para la construcción de casas habitación; en un lugar donde no existía infraestructura pues todo giraba en torno al centro de la ciudad en el entonces llamado “zócalo”.

Su gestación y posterior inauguración. el 5 de febrero de 1946, dio paso a la urbanización de esa región que años después estaba llamada a convertirse en una de las metrópolis más grandes del planeta. Para tal urbe, ya se había levantado la plaza de toros más grande y cómoda del mundo.

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El 95 por ciento de los eventos que ahí se han realizado han sido taurinos, sin embargo, en ocasiones ha albergado, mayormente conciertos, así como en menor medida, peleas de boxeo, competencias de motociclismo, mítines políticos o religiosos, desfiles de moda, la ópera Carmen y hasta filmaciones de películas, ¿Quién puede olvidar la escena donde Pedro Infante y Luis Aguilar, caracterizados como elementos del agrupamiento de policía de tránsito, manejando una moto, atraviesan la casa en llamas colocada sobre el ruedo de la Monumental en la película A toda Máquina?

Edificada exprofeso para los festejos taurinos, para miles de personas amantes de la Fiesta Brava ha sido su segunda casa, donde en cada tarde han podido experimentar las sensaciones más intensas: lo mismo al presenciar éxitos o fracasos de los toreros; consagraciones o tragedias; el surgimiento del miedo o del carácter.

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Contemplarla vacía es imponente y llena es mayestática, genera admiración y respeto, pero sin duda, la Monumental Plaza de Toros México forma parte de la historia de este país, de la liturgia dominical de los capitalinos; con los fulgores de las faenas que ahí se han creado a lo largo de 73 años, es imprescindible en la ornamentación mágica de la Ciudad de México.

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