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26, marzo 2019 - 2:02

┃ Jorge Briones

Vince Carter

Vincent Lamar Carter se abrió camino en medio del dolor más grande de su vida: el abandono de su padre.

Tenía ocho años de edad, cursaba el segundo año de primaria, cuando su papá lo dejó. El hermano mayor del matrimonio que formaron Michelle y Vince Sr. se refugió en los parques de Daytona Beach, Florida, donde pasaba horas y horas, días enteros, junto a un balón de baloncesto intentando imitar las clavadas de su ídolo el histórico Julius Erving.

Su madre, maestra de profesión, lo orillaba a ser un buen estudiante. Tiempo después su padrastro Harry Robinson, líder de una banda musical, lo hizo parte del grupo, primero tocando el saxofón, pero también probó con el tambor y la trompeta. Jamás lo disfrutó, al contrario, se convenció que su futuro estaba en la NBA.

Desde su paso por la secundaria de Mainland High School, Vince empezó a llamar la atención de los ojeadores de las diferentes universidades de Estados Unidos. Terminó vistiendo los colores de North Carolina, los mismos que años antes inmortalizó Michael Jordan.

Tres años en la Universidad fueron suficientes para dar el salto a la NBA, con los recién creados Raptors de Toronto, quienes lo obtuvieron por medio de un traspaso con los Warriors de Golden State en la quinta selección del Draft de 1998.

“Estoy muy emocionado. Tuve un gran entrenamiento en Toronto, pude ver la ciudad y tengo un primo que juega allá (Tracy McGrady), así que es una gran experiencia para mí y la espero con ansiedad”, fueron sus primeras palabras como jugador de los Raptors.

Carter fue el primer gran ídolo de la franquicia y provocó que una ciudad alejada de los reflectores empezara a vibrar con el “deporte ráfaga”. Sus partidos tomaron relevancia pero el “Slam Dunk Contest” del año 2000 lo llevó a otro nivel.

En toda la historia del Fin de Semana de Estrellas nadie había causado tanta expectación como “Air Canada”. Nadie. El concurso de mates de aquel año fue especial. El #15 de Toronto realizó cuatro clavadas únicas, especiales, provocando que las leyendas de la modalidad se refieran a Vince como el mejor de la historia. Y no era para menos.

Ya han pasado 21 años desde que llegó a la NBA, y después de jugar para ocho equipos, sigue aumentando su legado. Hoy en día ya es el quinto jugador más veterano en saltar a las duelas de Estados Unidos y amenazó con jugar al menos una temporada más.

Vince Carter, uno de los últimos basquetbolistas que quedan del siglo XX.

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