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10, abril 2019 - 0:58

┃ Miguel Angel García

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El fantasma de las lesiones no ha tenido piedad con la matadora Hilda Tenorio. Su ausencia de los ruedos no es por gusto, tampoco por falta de interés en afición y empresas. La realidad es que la visita a los quirófanos y sus largas rehabilitaciones han sido la desgracia de está torera nacida en Morelia, Michoacán. La causa: su gusto por poner banderillas. Y no son cornadas, de hecho, en los últimos 9 años únicamente ha sufrido una, aunque sí de gravedad; aquella que un astado le atestó en la mejilla izquierda en la plaza La Luz, durante la feria de León. El resto de las operaciones, seis para ser precisos, han sido en ambas rodillas tras poner los mentados rehiletes: lesiones de ligamentos cruzados. Más una en el tendón de Aquiles.

No, el hecho de que Hilda se haya disminuido en participaciones, no obedece a su fala de interés en los tendidos, sino por las ocho operaciones y largas rehabilitaciones. Y, con todo y esto, se le reconoce como la mejor matadora que ha dado México, ya que la menudita torera se ha destacado por su capacidad taurómaca y eso no está a discusión. Hilda es la única mujer que en sus mejores momentos pudo haber competido con todas las figuras, aunque el machismo fue un rival más grande y difícil de vencer.

El pasado 8 de abril de 2018 sufrió la última lesión en la rodilla izquierda. Una vez recuperada y decidido no volver a poner banderillas, Tenorio reaparece con tres fechas en puerta: Chiapas y las ferias de Puebla y Aguascalientes.

GRAN RETTO

“Reaparecer en Chiapas supone un reto grande por la corrida que está muy bien presentada. En Puebla triunfé muy fuerte de novillera, era una especie de ídolo y no había tenido la oportunidad de presentarme como matadora; me siento como torera local y eso supone una responsabilidad muy grande, pues quiero marcar una diferencia mayor. Aguascalientes es algo similar, ahí solo toreé un festival de becerrista, un mano a mano con Joselito Adame y dos tercias; dejé el listón alto, pues iban a ver una niña y terminaron mirando a un torero. Será muy bonito regresar, la feria de San Marcos reviste mucho y se debe marcar diferencia”, indicó la matadora con nueve años de alternativa.

 

LO QUE PUDO SER

“Es complicado pesar en, qué hubiera pasado, sin embargo, quiero pensar en algo muy bueno; a quien no le gustaría imaginar que ya fuera una figura del toreo mundial de no haber existido tantas lesiones. Cuando me lesioné por primera vez estaba puesta en la Temporada Grande 2016-2016 para tomar mi alternativa con un cartel compuesto por César Rincón Zotoluco, Sebastián Castalle y yo. Así me lo había propuesta el doctor Herrerías. Reaparecí tiempo después bajo otras condiciones, con menos animo en la gente y escaso sitio con el toro. Siempre ha sido comenzar de cero tras las lesiones. Por otro lado, considero que la gente siempre me ha tomado como una torera seria y profesional, eso de resistir y persistir ha servido para que vean que tengo carácter y afición; delante de la cara de los toros se ha calificado de positiva mis actuaciones”, subrayó Hilda, quien debutó de novillera el 10 de octubre de 2003.

OBJETIVO

“Ahora tengo otro objetivo, que, a pesar de no haber toreado una becerra en todo un año, puedo salir a torear un toro sin problema. No he dejado de entrenar, estoy siempre mentalizada y con el animo muy en alto. Sé que la gente me tiene siempre en alta expectativa, no tengo miedo de no haber toreado nada en este tiempo, pues mi carrera siempre ha sido así. Desde niña torera no sé por que don Pepe San Martín me cuidaba mucho, no me dejaba tentar como a mis compañeros, sino hasta llegar a la plaza de toros. Es por ello que entreno al doble para suplir la carencia de las ganaderías”, apuntó la michoacana, quien hace tres años toreó en solitario en el lienzo charro de Tepotzotlán, Estado de México

TENACIDAD

A pesar de las circunstancias, la torera jamás dejó de estudiar, cuenta con un título de licenciada en derecho y un diplomado en filosofía de análisis y cultura. Hoy en día labora en la Suprema Corte de Justicia y vine en el primer cuadro de la Ciudad de México, a un par de cuadras donde se ubicaba el famoso restaurante, El Tupinanba, lugar de concentración de los toreros de aquella hermosa época de oro.

Hilda expone que no es machismo ni misógina, “pero me gusta torear con hombres, ya que así se abre más la brecha para el toreo femenino que viene atrás. El que nos encasillen otra vez con carteles de mujeres, no le veo el caso, me gustaría más seguir avanzando. Entreno para quedarme quieta y pasarme los toros cerca, estoy evolucionando con el toreo por que estoy metida en mi carrera.  Competir con toreros en un ruedo no creo que sensibilice al público, ya que en los tendidos también hay mucho machismo. Considero que cada torero tiene dos toros y es dónde se hace valer la verdad”, remató.