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Mira

28, abril 2019 - 15:34

┃ Rubén Beristáin

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POR RUBÉN BERISTÁIN
FOTOS: ERIK ESTRELLA

La Máquina anda encendida y va a exceso de velocidad rumbo a la novena estrella. La Liguilla ya es un hecho, pero antes hicieron una parada en la estación poblana donde no tuvieron ningún problema en salir avante. Lobos BUAP no fue pieza y un 4-1 contundente sentenció el pase de Cruz Azul a la Fiesta Grande. Roberto Alvarado fue la figura del partido con un excelso doblete y con grandes brincos, dio muestra de su calidad. Los licántropos no pudieron aullar en su territorio y se conformarán con ver la fase final por televisión.

EL JUEGO

El conjunto lobezno inició motivado. El empate entre Pumas y Toluca le dio una ligera esperanza de Liguilla, pero su diferencia de goleo negativa no le ayudó en nada. La ilusión se esfumó poco a poco.

Además de eso, tuvieron una mala noticia. Uno de sus mejores hombres no pudo estar en el campo. El portero Antonio Rodríguez sufrió una fractura en el dedo y su lugar bajo el marco fue ocupado por Alejandro Duarte. El peruano vio sus primeros minutos del torneo.

Por su parte, Cruz Azul lo tomó con mucha calma. La calculadora y el rosario se quedaron guardados en el cajón. La misma igualdad prácticamente adelantó su clasificación a la Liguilla. A partir de eso, la meta fue la victoria ante los licántropos para superar a Pachuca en puntos y acercarse a Rayados.

La Angelópolis se pintó de azul y blanco. El apoyo cementero no cesó y fue el aliciente de los jugadores para un inicio vertiginoso.

Primero fue Pablo Aguilar. El defensa se levantó por los aires, remató de cabeza y el balón llegó sin problemas a la red. El silbante lo anuló por supuesta falta de su compañero Igor Lichnovsky, pero todo quedó en la duda. Fueron segundos de incertidumbre, sin embargo, el videoarbitraje dio por buena la anotación. Todos corrieron a enfundirse en un abrazo con el paraguayo. La algarabía fue total.

La Máquina lució bien conectada entre todos sus vagones. El festejo todavía vibraba en el inmueble de la BUAP y llegó el segundo en la cuenta visitante. La zaga licántropa lució desconcertada. Milton Caraglio aprovechó su inoperancia y marcó con un testarazo inalcanzable su décima diana en el torneo y 50 en el futbol mexicano.

La Jauría despertó. El goleador Leonardo Ramos quiso encabezar el repunte local, pero la fortuna no estuvo de su lado. El delantero tuvo una opción inmejorable, más su disparo salió bastante desviado.

En los últimos instantes del primer tiempo, los celestes se relajaron y el Lobo aulló con fuerza. No hubo otro. Leo Ramos la hizo de sexto grado ante varios niños de Kinder. El argentino no perdonó en su segunda oportunidad y venció a Jesús Corona ante la pasividad de la zaga cementera.

La relajación celeste fue bien percibida por el estratega Pedro Caixinha. El regaño vino en el descanso y surtió efecto de forma inmediata. En el primer suspiro del complemento apareció Roberto Alvarado y levantó de sus asientos a los aficionados cementeros. ¿Fue suficiente para el juvenil? La respuesta fue un no rotundo y poco después llegó su doblete. Así es como quieren ver al “Piojo” en la fase final. Determinante y con brincos de calidad.

Desde el banquillo, el técnico Juan Francisco Palencia lució nervioso y en varios momentos se mordió sus uñas negras. Justo así quedó el panorama de los poblanos, quienes se despidieron definitivamente del torneo.

En Cruz Azul, atrás quedaron los fantasmas y lucen como uno de los equipos favoritos al título con un cierre digno de equipo grande con nueve encuentros sin conocer la derrota. Van por la revancha y no habrá nada que logre detenerlos.

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