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2, mayo 2019 - 23:50

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Monterrey.- La mitad de Monterrey tomó vida. El conjunto de Rayados despertó el fervor en la Sultana del Norte, luego de conseguir su primer campeonato en su nueva casa ante su máximo rival, Tigres. La Pandilla salió a las principales avenidas para celebrar junto a miles y miles de aficionados el cuarto título de Concachampions. En punto de las 15 horas, todos pausaron sus actividades y se dedicaron a festejar. Lo demás no importó. El cuadro regio eligió el Parque Fundidora para dar el banderazo de salida. Las calles cercanas al emblemático lugar fueron las primeras en poblarse de fervientes seguidores.

Varios jóvenes prefirieron ausentarse de la escuela para ver a los blanquiazules, algunos hasta con uniforme se dieron cita en el lugar; la vestimenta no les impidió ser parte de la fiesta.

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Los jugadores llegaron en camionetas, e inmediatamente se subieron al autobús diseñado específicamente para la celebración. Ya con todos a bordo, el vehículo avanzó entre la multitud. Diego Alonso lidereó a sus pupilos y se puso al frente.

El autobús siguió su camino rodeado de miles de seguidores; las banderas y los baños de espuma fueron parte del recorrido. Poco a poco, el camión salió del parque y cuando abandonó el Fundidora tomó velocidad.

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La fiesta de los regios no se detuvo, cientos de seguidores recorrieron varios kilómetros junto al camión de los campeones. La multitud agitó sus banderas, gritó e incluso subió a puentes para tener contacto con los jugadores. Ya con el sol casi ocultándose, el autobús llegó al Estadio BBVA. Los futbolistas dejaron el vehículo y subieron a un templete colocado a un costado del recinto donde ya esperaban más seguidores junto a la mascota oficial. La conexión con la gente fue inmediata, Rodolfo Pizarro se dirigió a los miles de blanquiazules y provocó aplausos ensordecedores. La música y los cánticos fueron parte del festejo.  Todo el plantel bailó, observó la majestuosidad del lugar y en cuestión de minutos se fueron.

La celebración fue mayor y con justa razón. Monterrey plasmó su cuarto título en la Liga de Campeones y lo gozó con su gente.