POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

ENVIADO

Aguascalientes.- En nueve años de alternativa, es la segunda cornada que sufre la matadora michoacana Hilda Tenorio. Se podría decir que son muy pocas heridas para tanto tiempo con doctorado, pero si resumimos las dos vendrían a valer como 10 por su magnitud y que ambas han puesto su vida en máximo riesgo.

-Saludos, matadora, le comentamos a Hilda por Whats App, medio por el cual se está comunicando con las personas al no poder hablar por ahora.

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“Hola, Miguel Ángel. Muchas gracias. Ahora sí me dieron fuerte. La segunda cornada de mi carrera ¡Y así! Vaya cate”, apuntó la torera de 33 años.

A pesar de la adversidad, desde un principio Hilda no ha perdido el sentido del humor. Si bien dicen que los toreros están hechos de una pasta muy especial, las toreras superan este material y vaya usted a saber de qué están hechas. Indudablemente el percance que sufrió Tenorio es de los que se contarán como los más impactantes en la fiesta de los toros y admirablemente ella lo podrá contar muy pronto mientras se vuelve a calzar el traje de luces. Porque de una cosa sí estamos seguros, nada detiene a esta indomable y menudita torera.

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La intervención que se le realizó a Hilda Tenorio y que duró más de seis horas resultó exitosa. Se confirmó la cornada en la boca al citar al toro de hinojos pegada a tablas con la idea de cuajarle una larga cambiada con el capote. El cuerno rompió todo lo que tuvo en su trayectoria hasta topar con la base de las órbitas oculares. La tomografía, que ya circula en los medios, es verdaderamente impresionante; se ven los huesos destrozados.

Han sido días complicados, no imaginamos la incomodidad, el dolor y la incertidumbre de saber qué va a pasar después. Suponemos que después de aquella cornada en el rostro en la plaza La Luz, de León, Guanajuato, en el 2003, cuando un novillo le rebanó una mejilla, Hilda habría pensado lo mismo que hoy; por lo que esta vez más que incertidumbre tiene la confianza en sí misma para salir adelante.

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En la habitación del sanatorio poblano le acompañan sus padres: la señora Hilda Patiño y el señor Fernando Tenorio, así como su apoderado Alberto Alcocer. Hilda se mantendrá a base de líquidos más de un mes y se habla que en los próximos tres días abandone el hospital. Seguirá con una estricta revisión médica para estar al pendiente de las placas que le fueron colocadas en los huesos de la cara y de las dos mallas le fueron puestas en los pisos de las órbitas.

Hasta el momento se sabe que sí fue una cornada de 6 centímetros que fracturó la parte maxilar y que causó severos destrozos, pero que de haber entrado un poco más de pitón las consecuencias hubiesen sido muy lamentables. Todo indica que la crujía realizada por el doctor Fabián Alvarado Villanueva, cirujano maxilofacial, fue un éxito.