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12, mayo 2019 - 20:16

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El futbol pudo haber sido injusto y le jugó una mala pasada a Cruz Azul. La loza crema era pesada, pero La Máquina hizo todo para revertirla y se quedó cerca. Esta vez ganó, rompió la paternidad, pero ni eso fue suficiente.

Los Cementeros fueron valientes ante la pasividad amarilla, buscaron por todas las vías posibles, pero fallaron más de lo que convirtieron. Jonathan Rodríguez dio esperanza con su gol, pero fue la única que entró. 1-0 que no sirvió de nada.

Con nuevos matices, la historia de siempre se repitió; América eliminó a los Celestes, que aunque se fueron con la cara al sol, no les basta para curar las heridas.

Susto mayúsculo para el campeón, que con todo y la pésima presentación, está en la semifinal.

EL JUEGO

Con 90 minutos para la hombrada y ahuyentar a sus fantasmas amarillos, Cruz Azul se presentó en la cancha del estadio Azteca en busca del resultado que le diera el boleto a la semifinal, y de paso, lo reconciliara con su pueblo, ese que quedó sumamente dolido a media semana y le increpó posteriormente su actitud ante el rival de toda la vida.

De entrada, Pedro Caixinha fue valiente. Tocó a su alineación y presentó un planteamiento para presionar a las Águilas y ahogarlas en su propio terreno en medida de lo posible.

La estrategia parecía funcionar. Los Cementeros eran dueños del balón, no dejaban ni respirar a los de Coapa y tocaban a la puerta de Marchesín. Sin embargo, la falta de puntería no los dejaba abrir el marcador. Jonathan Rodríguez erró un par y Marche les arrebató con un lance espectacular el primer tanto de la tarde.

Hasta antes del entretiempo no se le podía reprochar nada relacionado con actitud a Cruz Azul. Con sus argumentos, intentaban conseguir los goles que necesitaban, aunque estos no llegaban y el reloj comenzaba a convertirse en su enemigo.

Del otro lado, América regalaba mucho la iniciativa. La apuesta era arriesgada. Esperar un contragolpe que liquidara todo era la intención amarilla para confirmar el pase a la siguiente ronda.

Tan pronto se reanudaron las acciones, La Máquina aceleró y esta vez no perdonó. El “Cabecita” Rodríguez se redimió de sus errores cuando recibió una pelota de espaldas al arco, se sacó a su marca con un giro muy inteligente con el que quedó de frente a Marchesín. El uruguayo se llenó de pelota y fusiló al meta crema. ¡Gol de Cruz Azul! ¡La ilusión se elevaba al máximo”.

Conforme el cronómetro avanzaba, el ambiente de tensión crecía en Santa Úrsula. El final estaba cerca y la moneda en el aire con una Máquina insistente, pero con espacios más notorios en la retaguardia, producto de las circunstancias del matar o morir.

Hasta el último aliento la serie se mantuvo en vilo. América contragolpeaba, aunque sin crear peligro real; Cruz Azul, se moría en la raya con pundonor.

La última acción decretó un tiro de esquina. Los corazones de todos se detuvieron por un segundo al ver a Pablo Aguilar levantarse y rematar de cabeza. Fue un potente martillazo que llevaba sello de gol, pero Marchesín mostró reflejos felinos y atrapó la bala blanca para arroparla entre sus brazos y no dejarla ir.

La frustración azul por haberlo hecho todo y que no le alcanzara fue notoria. Tristeza y coraje que al final desencadenó en un conato de bronca.

Entre la gallardía cementera y los pecados americanistas, la historia de la Liguilla se volvió a repetir: las Águilas eliminaron a los celestes y están listas para la semifinal

GOLES

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