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Mira

17, mayo 2019 - 20:53

┃ Javier Juárez

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POR JAVIER JUÁREZ

FOTOS: LUIS GARDUÑO

El lobo inglés lanzó el aullido y cientos de feligreses lo siguieron, Raúl Jiménez, recién desempacado del Viejo Continente, acudió a un centro comercial y quedó comprobado que él, el mejor jugador de los Wolves, es el nuevo ídolo de masas, Javier Hernández, Carlos Vela, Guillermo Ochoa o Miguel Layún, comienzan a quedarse atrás. Es tiempo de Raúl.

Jiménez fue puntual a la cita, él nunca llega tarde, sea a un compromiso social o a un remate en el corazón del área. Raúl cumple.

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La seguridad del lugar se movilizó rápido y con ayuda de unas vallas metálicas comenzó a formar a los asistentes, fueron diez, veinte, en un pestañeo eran más de un centenar.

Las playeras que son parte del historial de Raúl aparecieron en gran número, las amarillas del América, las rojas del Benfica y las últimas de los Wolves, Jiménez ya dejó huella en México, Portugal e Inglaterra

Las camisetas del Tricolor no faltaron, Raúl, con la ausencia del “Chicharito”, Carlos Vela y posiblemente la de Hirving Lozano, va a ser el líder de los artilleros en la Copa Oro, sus 13 rugidos que logró con los lobos lo catapultan como el hombre a seguir y una de las figuras de Concacaf.

La reunión avanzó sin contratiempos, Raúl firmó sin poner gestos. Playera tras playera, balones y hasta máscaras de Sin Cara.

La fila avanzó y no hubo fin, decenas de seguidores continuaron formándose.

Fueron escasos segundos, pero los suficientes para que los asistentes conocieran, tocaran y abrazaran a su ídolo, Raúl es real, de carne y hueso, su temporada en la Liga Premier lo catapultó a lo más alto, casi deidad para los fanáticos de los Wolves, pero el canterano sigue con los pies de plomo.

Los minutos pasaron, Jiménez, a pesar de mover su brazo decenas de veces, siguió atento y amable.

Gritos, pancartas y porras se escucharon en el lugar, los establecimientos pausaron sus actividades para observar a lo lejos y otros de cerca, el alboroto que causó el delantero mexicano.

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Tras casi hora y media de ofrecer alegría, Raúl se paró, se acercó a su papá y juntos, entre caos y empujones, se alejaron del lugar.

Varias personas siguieron a Jiménez hasta el estacionamiento, sin embargo, la seguridad no permitió más contacto con el delantero azteca. Raúl, el nuevo ídolo, se fue.