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Mira

29, junio 2019 - 20:33

┃ Marysol Fragoso

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POR MARYSOL FRAGOSO

La humanización de los animales que desde hace tiempo han promovido en el mundo empresas de origen anglosajón y que en el fondo tiene con finalidad generar ganancias millonarias para los negocios enfocados a las mascotas caseras, ha dado como resultado que grupos de personas- ya sea pagadas o manipuladas-, promuevan acciones para eliminar actividades ancestrales que representan una forma de vida y/o de manutención para miles de mexicanos.

Lo más reciente que acontece en nuestro país afecta a la península de Yucatán, integrada por los estados de Campeche, Quintana Roo y el propio Yucatán, donde se ha levantado la alarma ante la imposición de artículos y medidas en la llamada Ley de Bienestar Animal que en días pasados se votó el congreso de Quintana Roo y que de golpe prohibió la realización de diversos oficios en los que intervengan animales, tal es el caso de la tauromaquia, la gallicultura, los coches tirados por caballos, etc.

El punto es que los legisladores en cuestión, quienes buscan mayormente tener aceptación que les asegure su estancia en el mundo de la política, se dejaron llevar por corrientes impulsadas por ideas extranjeras, donde, además que quitar a miles de mexicanos su forma de sustento en un país donde cada vez hay menos empleos; en el caso de los involucrados directos les estarán coartardo la libertad para elegir su profesión, o les prohibirán a los ciudadanos su capacidad de elección para acudir a algún tipo de espectáculo o de deporte; pero sobre todo, estarán acabando con uno de los sellos de identidad que han caracterizado al Sureste Mexicano donde al año se celebran más de 2 mil 500 festejos taurinos.

Concretamente en Quintana Roo, la entidad que se está afectando directamente con dicha medida, se llevan a cabo 257 festejos al año con una asistencia total de 392, 500 personas, las cuales, generan una fuerte derrama económica que representa el ingreso de miles de personas en los diversos lugares la entidad y pago de impuestos a la administración pública. Lo anterior se desprende de la estadística elaborada por el capítulo sureste de Tauromaquia Mexicana (organismo que tiene presencia en todo el país, con representación en 13 estados), mismo que se anexa en el cuadro adjunto.

Se trata de 52 localidades que celebran fiestas taurinas de diversa índole, pero que en su mayoría se asemejan muy poco a las corridas que conocemos en la capital, centro y norte del país, toda vez que son una manifestación única de los estados del Sureste. Cabe aclarar que en varios sitios se realiza la lidia tradicional, pero en muchos otros se han gestado variantes a lo largo al paso de los siglos.

De acuerdo al representante de Tauromaquia Mexicana (T MX) en Quintana Roo, Jaime Valenzuela: “Acá los festejos taurinos en su mayoría son obra del sincretismo (fusión y asimilación) que se gestó entre la cultura española y la de los mayas desde hace casi cinco siglos, donde las corridas de toros se asumen como un ritual, por eso son tan diferentes a las corridas tradicionales, porque acá se llevan a cabo de esa forma desde el siglo XVI. Son el eje de las fiestas tradicionales de cada pueblo, son una tradición arraigada en cada fiesta patronal, sin ellas, esas celebraciones que van de la mano de la religión, no tendrían razón de ser”.

Además, contó que el año pasado, por medio de T MX (la cual tiene presencia en todo el país), en la Península de Yucatán se firmó un Tratado Trilateral Taurino -Yucatán, Campeche y Quintana Roo-, “Nos reunimos en la ganadería La Ceiba de Fernando Páramo para unificar taurinamente a toda la península, pues entre el costumbrismo regional y la indiferencia generalizada, la fiesta de los toros peninsular viene caminando de puntillas por los largos pasillos del tiempo hasta nuestros días, discreta y propia, imperturbable y humilde. Llena de vida en su independencia e imprescindible como ella sola”, afirmó.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

La fiesta de toros en la Península de Yucatán proviene de los primeros años de la época colonial, y entre los más antiguos destaca una carta fechada el 15 de marzo de 1563, remitida al Rey Felipe II de España por Diego de Quijada, Alcalde Mayor de Mérida de la gobernación de Yucatán, en la que –entre otros asuntos de gobierno- el Obispo de esa diócesis, refiere la celebración de festejos taurinos.

Centrados de nueva cuenta en el estado de Quintana Roo, existen antecedentes históricos de fiestas patronales con corridas de toros en Bacalar en los siglos XVIII y XIX. En la isla de Cozumel, la fiesta más importante se da en la comunidad de El Cedral que cuenta con una tradición de casi ciento setenta años ininterrumpidos de celebrar la fiesta en honor de la Santa Cruz de Sabán.

GANADERÍAS DE LIDIA

A finales del siglo XIX, Don Rafael Peón Losa funda en la península la ganadería Sinkeuel, en la Hacienda San Simón del municipio de Maxcanú (Yucatán) con la importación desde España de vacas y sementales de Murube. En distintas épocas, surgieron otras ganaderías en la labor de multiplicar los toros de casta en la región. Tal es el caso de Palomeque, San Salvador, Loret de Mola, Quiriceo, Guayabé y La Ceiba, todas ellas ganaderías de toros de lidia adscritas a la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia (ANCTL).

RATIFICAN MARCHA

Por lo anterior y protesta por las medidas tomadas por la XV legislatura del estado de Quintana Roo se ha organizado una marcha-manifestación-plantón que tendrá lugar el próximo martes 2 de julio a las 10 horas en Chetumal. La caminata partirá del Museo de la Cultura Maya y llegará al Palacio de Gobierno. El objetivo es que el Gobernador Carlos Joaquín González reciba a una comisión y escuche los argumentos para que no publique en el Diario Oficial, Ley de Bienestar y Protección Animal, que incluyó la señalada prohibición.

VALOR HISTÓRICO

Finalmente, merece la pena reflexionar la siguiente conclusión de Tauromaquia Mexicana; “Las fiestas patronales en Campeche, Yucatán y Quintana Roo, la fiesta del pueblo y sus corridas de toros son el significado de un poderoso valor social enraizado hasta las profundas comunidades rurales y un testimonio vivo del patrimonio cultural y laboral digno de reconocimiento y de su conservación”. Es cuánto.

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