POR JAVIER JUÁREZ

ENVIADO

Phoenix.- Lejos de la zona técnica, en un palco cómodo, pero no para su función, Gerardo Martino observó el juego frente a Haití. El “Tata”, tras acumular dos tarjetas preventivas, tuvo que resignarse a mirar la batalla desde ese sitio.

Norberto Scoponi y un walkie talkie fueron su enlace con su auxiliar Jorge Theiler en el campo.

El “Tata” se mantuvo casi inmóvil, atento al campo y a las diversas pantallas.

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Sin hacerse daño vino una tregua en la batalla, Gerardo se paró de su asiento, le dio indicaciones a Scoponi y el antes portero celeste, bajó al vestidor a transmitir lo que le dijo el “Tata”.

Rápido, exprés, Norberto regresó, platicaron y esperaron la continuación del juego.

Los minutos pasaron, Gerardo se notó cada vez más nervioso, manoteó una y otra vez.

Desesperado, ordenó los ingresos de Carlos Rodríguez y Uriel Antuna. Las llegadas aumentaron, el nervio también. El “Tata” se llevó las manos al rostro y a la nuca varias veces.

Haití de a poco tuvo opciones al frente, eso provocó rabietas de Gerardo.

Sin hacerse daño, vino el tiempo extra. Gerardo estaba como fiera enjaulada.

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Toda esa presión acumulada por fin salió, Abdulrahma Al-Jassim, de forma polémica, le otorgó un penalti a México. Jiménez anotó y vino el festejo del “Tata” con Scoponi.

La ventaja calmó un poco a Martino, la tensión estuvo hasta el final.

El corazón de Gerardo tuvo más pulsaciones de las normales. La calma vino hasta que escuchó el pitido final.

Al concluir el juego el técnico argentino celebró desde su trinchera. Noche atípica, de drama y presión.