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Mira

12, septiembre 2019 - 2:44

┃ Miguel Angel García

nota-kaiser

Pocas historias como la de Erika Kaiser, jovencita de 29 años de edad que a los 20 fue diagnosticada con insuficiencia renal derivado del severo lupus que atacó su sistema inmunológico; cuatro meses de vida, fue el veredicto según los médicos. Gaby, su mejor amiga, le hizo un regalo excepcional: la vida. Sí, algunos mortales tienen ese gran poder y Gaby decidió regalarle un riñón. A la fecha, Erika no para, siempre va para adelante, nada la detiene. Descubrió que existen los Juegos Mundiales para Trasplantados y el año pasado compitió en la prueba de triatlón, ganando la medalla de plata. Para esta edición, que fue el mes pasado, volvió a participar, obteniendo la presea de bronce. Este lauro tuvo mucho significado, ya que a penas un mes antes, entrenando la bicicleta en la bajada del Desierto de los Leones, su jaca se quedó sin frenos y fue estrellarse con un automóvil; fractura de clavícula y golpes contusos. Dice que le salió barato, pues las consecuencias pudieron ser fatales. Con la cicatriz aún viva, Erika no dejó de participar en los Juegos Mundiales, no para, nada la detiene.

-Pero, mujer, ¿qué acaso no debes de cuidarte más por obvias razones?

“Muchas de las personas trasplantadas tienen miedo de volver a hacer su vida normal, quiero decirles que sí se puede con una dirección profesional. En los Juegos Mundiales compiten muchísimas personas, desde niños d 10 años, hasta adultos de 70 de todas las partes del mundo. Uno puede vivir de manera normal”, respondió la ojiazul atleta.

Uno de los principales objetivos de Erika es promover la donación y poder llegar a ser la presidenta de los Juegos Mundiales para Trasplantados. En lo absoluto es una quimera, basta con escuchar a Erika para terminar convencidos que los límites no existen.

“Quiero hacer algo muy grande por México en cuanto a difundir la donación en nuestro país, quiero tener un hijo”, apunta con gran emoción la también actriz, periodista y bailarina. Y cómo no iba a ser todo esto, si es hijo de una bailarina profesional y a los tres años debutó en su primera obra de teatro.

Egresada del ITAM, donde se mantuvo con la Beca Bailleres en la carrera de política, Erika dice no cambiar nada de su vida, ni una coma.

“Todo lo que me ha pasado pudiera repetirlo si así fuera; Gaby es el acto de amor más grande que me ha dado la vida y mi vida ahora mismo gira en poder conseguir más oportunidades de vida para personas que lo necesitan, es por ello que la donación de órganos es muy importante”, señaló la delgada joven, a quien se le nota a simple vista su cicatriz en la clavícula y sin motivo de vergüenza también nos muestra la que le quedó del trasplante de riñón.

“Tengo tres, ya que los otros dos que no me funcionaron ahí me los dejaron por si acaso volvían a funcionar, por lo que el tercero me lo pusieron a un costado -derecha- del vientre”.

-¿Cómo?

“Sí, mira, aquí se siente la bolita y esta es la cicatriz”.

Apenas un curita tapa la sutura, pero ella nos muestra con orgullo la herida que no alcanza los 10 centímetros. Y sí, ahí se nota la bolita, el pequeño riñón que agrandó su vida.

Presta para la palabra, fluida al hablar, clara y concisa, Kaiser hizo un repaso desde que la desahuciaron, a la fecha; el pasado 7 de julio fue su cumple años. Es increíble su historia, pero

sobre todo, es maravilloso el amor que hoy en día le tiene a la vida.

“Aunque así ha sido siempre, solo que ahora más. No me gusta detenerme, no quiero detenerme. Pasan cosas como mi accidente en la bicicleta que, pienso, son avisos de que pare. Pero no quiero hacerlo, quiero vivir cada segundo al máximo y no descansar en la promoción de a donación de órganos en México”, remató.

 

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