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Mira

1, octubre 2019 - 21:28

┃ Brian Sales

River Plate

Fotos: EFE

La fiesta fue de River y Boca no existió. El Monumental vivió una verdadera fiesta y enterró parte de las aspiraciones de los Xeneizes por avanzar a la final de la Copa Libertadores. Ignacio Fernández y Rafael Borré le dieron la alegría al pueblo Millonario ante el odiado rival, 2-0 final. En medio de fuegos artificiales, un estadio a reventar y un ambiente digno del Superclásico Argentino, River Plate se llevó, sin preocupaciones, el primer capítulo de la serie, y los bosteros sufrieron en el recinto de Nuñez.

EL JUEGO

Ante el ambiente de fiesta, River no especuló. Trató de cambiar el guión del partido por la Superliga y rápido tuvo la primera de peligro en los pies de Nicolás de la Cruz. La polémica llegó al recinto por un posible penal sobre Borré. El estadio explotó, pero el brasileño Claus no lo quiso marcar. Minutos después, cuando ya habían pasado varias jugadas, el VAR lo llamó. El juez rectificó su decisión y le dio al público lo que quería. Penal para River. El mismo Rafael cobró la pena máxima. Engañó a Andrada y adelantó a los locales.

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La anotación levantó a todos de su asiento y provocó que cantaran a una sola voz. “Vamos, vamos, River Plate. Para ser campeón, hoy hay que ganar”, vibró el Monumental. La respuesta de Boca llegó con un tiro de larga distancia por parte de Emanuel Reynoso, pero su intento pasó por encima del arco de Armani. La visita vino de menos a más. Mac Allister robó un balón en cancha rival, de perfiló y trató de sorprender a Franco en el fondo, pero el meta siempre estuvo atento y desvió a tiro de esquina.

La jugada no prosperó y los Millonarios respiraron. Muchas patadas se dieron en medio campo. Izquierdoz se salvó de la roja por una fuerte falta, pero Claus tuvo clemencia; el VAR no intervino. Borré se quedó cerca de hacer el segundo de la noche y de su cuenta personal, pero el travesaño y el juez de línea le dijeron que no. El balón pegó en el poste y se marcó fuera de lugar, pero al pueblo xeneize nadie le devuelve el aliento que perdió con la jugada. Por los pies del 19 pasó todo el peligro. Esta vez fue Armani el que le dijo que no, Borré controló solo en el área, recortó a uno y tiró, pero no venció a Franco. El contragolpe pudo ser mortal. Wanchope Ábila supo contener bien el balón, cedió para su compañero, pero Capaldo perdonó de forma increíble cuando ya tenía el arco abierto, a escasos metros de la red.

Para el complemento, el guion no cambió. River salió con todo y Boca fue más reservado. González Montiel casi canta un golazo. Envió un balón al área que midió mal Andrada, pero el esférico pegó en el poste y se alejó del área. Boca se volvió a salvar. Tras una jugada de Nicolás de la Cruz, el balón rebotó en tres jugadores dentro del área chica, pero no tomó dirección a portería. Cuando poco le pasaba al partido, la magia apareció. Ignacio Fernández y Matías Suárez combinaron una serie de pases que culminó con el balón dentro de la portería.

La defensa de Boca hizo agua, Ignacio sólo le dio un “besito” al balón y lo mandó al fondo, lo que encendió los fuegos artificiales y el júbilo en el recinto de Nuñez. Todo fue para el local. Andrada se vistió de héroe y evitó el tercero en un gran tiro desde afuera del área por parte de Suárez. En los últimos suspiros, Pratto, que ingresó de cambio, se perdió el tercero por un buen achique de Andrada. Los locales festejaron, saltaron y vibraron en la recta final del partido. Dejaron en la lona al odiado rival en la competición más importante del continente a nivel de clubes. Buenos Aires se vistió con los colores Millonarios y el Superclásico se quedó en Nuñez.

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