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Mira

9, noviembre 2019 - 14:09

┃ Ivonne Almaraz

Atlas-femenil

POR IVONNE ALMARAZ
FOTOS: OSWALDO FIGUEROA

Portar los colores de Atlas va más allá de lo que alguien pueda imaginar. Así lo consideran María Martínez, Norali Armenta y Julissa Dávila, jugadoras del cuadro femenil, quienes pregonan su amor a la institución de una manera muy peculiar manera. Sentada en las gradas de la cancha Alfredo Pistache Torres, María -quien es una de las pioneras del cuadro de la Academia- se anticipa a sus compañeras: “Tengo la dicha de ser de las contadas que están desde que inició la Liga, y eso es algo maravilloso. He visto la transformación del equipo y la manera en que la directiva ha apostado por nosotras, reforzando y apoyando en todo sentido, lo que me enseñó a creer y llevar conmigo los valores de dicha institución”, dice al Diario de los Deportistas.
“Atlas es más que un club, es una familia. Aquí, ya sea dentro o fuera de la cancha, te cobijan y respaldan para impulsarte a dar lo mejor”, añade, mientras toca orgullosa el escudo de su playera.

Norali es la siguiente, y aunque es poco el tiempo que tiene en las filas rojinegras, la delantera no pude ocultar su emoción, tras llegar como refuerzo estrella: “Acá estoy feliz, contenta, me siento agradecida, porque me abrieron las puertas y no sólo el profe, sino la afición, que desde el primer día que se enteraron de que vendría para Jalisco me llenaron de mensajes lindos, con vibra muy positiva”, menciona conmovida.
Julissa, al ser también una de las jugadoras que se incorporó apenas en el Apertura 2019, coincide con Norali y elogia a los seguidores que la recibieron con los brazos abiertos: “Es cierto. Acá la gente es muy bonita. Cuando llegué, igual que ella, no dejaban de mandarme palabras de aliento y juro que estaba sorprendida, porque allá en Tigres no había jugado el torneo anterior y me conocían”, señala en tono tierno. “Sé que cada equipo tiene a su gente y todos son únicos, pero conforme pasan los días entiendo por qué se caracterizan como La Fiel”, expresa sonriente.
“¡Hola, chicas! Sigan como hasta hoy, que el título es nuestro”, gritan unos chicos de fuerzas básicas, cuando las descubren en la cancha Alfredo Pistache Torres: “Cuídenosla”, abundan, camino al emblemático escudo que está a un lado.
Las tres posan para el lente de ESTO y advierten: “Ahora sí ese título es nuestro. Haremos lo mejor y nos entregaremos por nuestra gente, ellos lo merecen y no queremos fallarles”, rematan, ilusionadas.

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En la madriguera encontró su lugar
Julissa Dávila disputó 231 minutos con Tigres, luego de cuatro torneos. Las oportunidades para la defensa en el cuadro de la UANL eran pocas, al grado de quedarse dos semestres en banca. El ánimo vino a menos, pero la esperanza no murió. Fue ahí que, entre la tormenta, Fernando Samayoa supo detectar el talento de la regiomontana, para darle un lugar en la madriguera: “La verdad es que estoy muy agradecida con el profe, las palabras para describir cómo me siento aquí, en Atlas, por abrirme las puertas, no me salen”, dice nostálgica. “Es impresionante que tus minutos en el terreno sean muy poquitos y aún así alguien voltee a verte para decir: la quiero en mi equipo. Eso jamás lo olvidaré”, añade feliz.
Desprenderse de la familia, dejar a sus amigos y ponerle pausa a su carrera no ha sido fácil, pero al final ha valido la pena: “Mis papás no me querían dejar venir, hasta me decían que ellos rentarían acá o que podían comprar una casa, pero les dije que no”, precisa la muchacha. “Es claro que en cualquier momento uno debe madurar y empezar a ver por sí solos. Fue duro, pero terminaron apoyándome e impulsándome para hacerlo, y ahora estoy aquí, con la motivación de que puedo realizar grandes cosas”, explica, al tiempo que rememora el instante.

Poco a poco Julissa se ha ganado un lugar en el once titular de la Academia; ahora es pieza fundamental en la escuadra, donde siempre tiene presente a su hermana: “El futbol me gusta por ella. Es la mayor, así que cuando éramos más pequeñas, Mariana empezó a jugar y nosotros la acompañábamos a sus entrenamientos. Ahí empecé a tomarle gusto a este deporte, así que fue la que me lo heredó. Por ella estoy aquí, por ella soy quien soy, y por ella doy el doble, ya que no tuvo la misma suerte que yo de cumplir este sueño de ser futbolista profesional”, cierra. / IVONNE ALMARAZ

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Quedó marcada en la final regia
La final del Clausura 2018 quedó plasmada en la mente de Norali Armenta, quien tuvo la fortuna de disputar dicha batalla con Rayadas. La entonces jugadora blanquiazul anotó la diana de la ilusión, tras marcar en el último minuto del encuentro, pero al fallar en la serie de penales todo cambió, y Tigres se consagró campeón: “Fue un momento duro, pero ahora lo veo como una anécdota que me enseñó a levantarme”, menciona. “Entendí que cuando las decisiones las toman otras personas, se vale decir que no. Pero eso ya quedó atrás y ahora estoy aquí, trabajando muy fuerte, para dar lo mejor de mí”, añade en charla con ESTO.
Pese a su gran desempeño con La Pandilla, los minutos en el rectángulo verde disminuyeron poco a poco, lo que de momento generó tristeza, sin saber que en un abrir y cerrar de ojos Fernando Samayoa apostaría por ella y la llevaría a la Academia como uno de sus refuerzos estrella: “Son altibajos que todo jugador profesional vive y hoy estoy feliz, muy contenta. Siempre estaré agradecida con mi equipo anterior, pero más con Atlas y el profe, por confiar en mí y abrirme las puertas”, comenta la delantera.
La sinaloense no necesita presentación en el certamen rosa. Su manera de aferrarse junto con las cualidades que posee, al tocar el esférico, la llevaron a ganarse el corazón de la afición rojinegra: “Cuando me dijeron que el profe me quería para llegar a acá, sentí una alegría inmensa, pero jamás me imaginé que la gente me llenaría de mensajes súper lindos, muy positivos, en donde no dejaban de mostrar su apoyo hacia mí, y eso lo llevo conmigo a todos lados. Son detalles y muestras de cariño que no se olvidan”, cierra conmovida. / IVONNE ALMARAZ
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Ella, más que un ejemplo a seguir

 

María Martínez sabe cómo poner en alto a las mujeres. Con 31 años de edad, la tapatía es un ejemplo a seguir, puesto que entrena todos los días arduamente para defender con orgullo el escudo de Atlas, al tiempo que imparte clases en el TEC de Monterrey y da consultas de nutrición: “El futbol es un medio para llegar a las metas. Lo he disfrutado desde siempre, pero en mi caso fue una llave que me abrió las puertas de la educación”, comenta la defensa.

“Siempre dicen que hacer muchas cosas a la vez no es bueno, pero creo que es cuestión de organización. Por ejemplo, en la mañana, que tenemos entrenamiento, vengo y después me voy a dar clases, y si tengo pacientes, saliendo de ahí los veo. Ya si nos toca entrenar en la tarde, cambio todo, las clases y consultas, para no dejar nada”, explica con semblante alegre.

Jugar y trabajar es difícil para Martínez, mas no imposible para Martínez, quien ya más en confianza con el Diario de los Deportistas explica cómo su amor por el balompié la llevó a hacer ambas cosas: “Todo empezó en la prepa. Estuve becada en el TEC de Monterrey, después me ofrecieron beca en la UTLA, donde estudié mi carrera en Ciencias de la Nutrición, y posteriormente, con otra beca en la Autónoma de Nuevo León, hice mi maestría. Cuando se hizo la Liga jamás pensé que podía ser parte de ella, pero me invitaron a este proyecto y aquí estoy, con esa fortuna y dicha de jugar a nivel profesional, sin dejar de lado mi carrera”, menciona risueña.
Sus alumnos y pacientes no dejan de elogiarla: “Sé que voy corriendo, pero tengo consultas”, recalca, luego de ver su celular. “Hay días en los que me dicen que me vieron en la tele, otros ven que terminando el partido me piden firmas o fotos y las porras no faltan, pero aquí lo que realmente vale la pena es que supe hacer una buena mancuerna entre lo educativo y deportivo, para transmitirles lo que sé”, concluye.

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