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18, noviembre 2019 - 15:40

┃ José Ángel Rueda

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Fotos: Reuters

Cuando parecía que la baraja de ídolos en la NFL se estaba haciendo vieja, la irrupción del joven Patrick Mahomes llegó para darle frescura a la Liga. Su cabello un tanto necio y su actitud desenfadada ante el inminente éxito dentro y fuera del campo, pronto lo posicionaron como el líder indiscutible de la nueva ola de mariscales de campo. El fenómeno Mahomes es real.

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Llegó a los Jefes en 2017 como la décima selección global. Tuvo que ser una mente maestra como la de Andy Reid quien viera las cualidades de un joven que, si bien brilló en el Tecnológico de Texas, no terminaba por convencer a la exigente casta de cazadores de talento en la NFL. Pero Kansas City no lo dudó, y hasta empeñó parte del futuro para subir en el orden y asegurarse de llevarlo a sus filas.

El interés de los Jefes, sin embargo, no representó el éxito inmediato. Mahomes estuvo un año en la banca aprendiendo del trabajo de Alex Smith, un quarterback que si bien en el emparrillado dejaba dudas en los momentos cruciales, fuera de él representaba a la perfección la entrega y compromiso que un jugador profesional debe tener. Y Mahomes lo entendió.

Fue hasta la temporada 2018 que llegó la oportunidad de ser titular. Más allá de las dudas propias de la pretemporada, donde al mariscal de campo le costó controlar la potencia de su brazo y fue interceptado en múltiples ocasiones, lo hecho en la temporada regular le abrió las puertas del cielo, al completar una temporada casi perfecta en la que sumó 50 pases de anotación, algo que antes sólo había estado al alcance de leyendas como Tom Brady y Peyton Manning. Esa hazaña lo llevó a ser elegido de manera unánime como el MVP de la temporada.

Más allá del trabajo mental para minimizar errores, las cualidades físicas de Mahomes siempre están al servicio de su juego. Y es que lleva el deporte en la sangre. Su padre fue pitcher en las Grandes Ligas, y él estuvo cerca de seguir sus pasos, incluso fue elegido por los Tigres de Detroit en el Draft de la MLB, pero la adrenalina del futbol americano fue más fuerte que la tradición familiar.

Mahomes es uno de esos quarterbacks conservadores que entienden que el balón siempre llegará más rápido por aire que por tierra. Aunque eso no le impide de pronto y si la jugada lo amerita, mostrar sus dotes de escapista al salir de la bolsa de protección. Entonces ahí comienza un espectáculo aparte que puede tener cualquier desenlace, casi siempre bueno, es cierto. Porque la jugada puede terminar con un lanzamiento de pitcher, con un pase de más de 50 yardas, o bien, en plena improvisación, con un pase lanzado con la zurda, con la presión del mundo entero encima.

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A sus 24 años Mahomes carga con la responsabilidad de ser la nueva cara de la NFL. Ya la temporada pasada se quedó a instantes de llegar al Super Bowl, pero terminó sucumbiendo ante la magia de los Patriotas de Tom Brady. Hay jerarquías que se respetan, pero el cambio de estafeta está cerca.