Fotos: Oswaldo Figueroa

Qué trajín, de Brasilia a Sao Paulo, de Sao Paulo al aeropuerto Benito Juárez y de la capital del país en carretera al Nemesio Diez. El Tricolor Sub-17 amaneció todavía en Brasil y luego de un viaje de 10 horas desde Guarulhos, regresó a casa.

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Los jóvenes mexicanos, aturdidos por el cambio de horario, cansados por la larga travesía, llegaron al infierno mexiquense.

Como lo adelantó ESTO, los campeones sin corona, fueron a la casa de los Diablos Rojos para recibir el calor de la gente. El tercer título juvenil se escapó, pero ellos regresaron con la cabeza en alto. El VAR y la debatible decisión del árbitro lituano Andris Treimanis truncaron esa posibilidad.

Los seleccionados entraron al estadio minutos antes de que arrancara el juego entre México y Bermudas. Raúl Jiménez, Edson Álvarez y Héctor Moreno, mientras entrenaban, dejaron de ser el centro de atención. Los reflectores y aplausos fueron para Efraín Álvarez, Santiago Muñoz, Bruce El-mesmari, Eugenio Pizzuto, Eduardo García, todos los futbolistas que representaron al país en suelo brasileño.

La nueva camada de talentos aztecas se ubicó detrás de la banca mexicana, desde ese lugar observaron el juego y escucharon los gritos de Gerardo Martino. En un futuro no lejano ellos pueden ser los dirigidos por el ´Tata´.
Marco Antonio Ruiz, con la medalla de segundo lugar en el pecho, acompañó a sus 21 ´hijos´.

Llegó el entretiempo, los jóvenes mexicanos, con celulares en la mano para grabar ese momento, le dieron una ´vuelta olímpica´ al estadio, la misma que les negaron en Brasil.

El grupo rodeó el campo y regresaron a su punto de partida. En ese instante, ‘Chima’ Ruiz tomó el micrófono y dio “las gracias por el apoyo, estamos orgullosos por el subcampeonato”, dijo.

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Enseguida los seleccionados se abrazaron y lanzaron una emotiva porra para México. Vino la foto del recuerdo y más aplausos.

El Tricolor Sub-17 se quedó a instantes de la gloria, sin embargo, su esfuerzo fue reconocido.