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Mira

15, diciembre 2019 - 21:24

┃ ESTO

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Y seguirán preguntando: ¿Dónde estaba José Mauricio el último lustro? Dirían que ya lo pasado, pasado. Pero no hay que olvidar que este torero estuvo marginado hasta hace un par de años por todas las Monumentales. Es fácil decir que los tiempos exactos son los precisos, yo creo que los tiempos de Mauricio estaban listos desde hace varios años. Hoy así lo dejo demostrado. Su ausencia de cinco años en la Plaza México evidenció que toreros como él no pueden ser desconocidos del espectáculo que ellos mismos engrandecen. Sin embargo, casos como el de Mauricio hay muchos. Necesitó de un equipo de apoderamiento los últimos años para que las empresas pudieran voltearlo a ver, por lo que el mérito es de ellos y principalmente del toreo. La Plaza México por criterio debe colocar a toreros como este. Y miren que bonito resulta todo: una oportunidad esperada y bien provechada, un torero todo arte y raza y un juez sensible que echó para adelante una tarde y a dos toreros que mucho lo necesitaban. Cuando los engranes del espectáculo trabajan en conjunto no es difícil adivinar los resultados.

Lo hecho por Mauricio ha sido de mucho impacto, primero cuajó una faena de mucho sentimiento, inspirado y sin prisa; luego una labor de valor espartano, cabeza y firmeza. Brillaron ambas facetas del torero, colocado ya como un matador con amplio conocimiento que esta tarde Salió a hombros tras cortar las dos orejas de su segundo toro, habiendo fallado con el acero su primera intervención, de lo contrario sale con cuatro. Hasta la lagrima, José Mauricio rompió el llanto tras su férrea actuación, pese a la paliza que le propinó su segundo toro al entrar a matar; lágrimas de felicidad pura.

 REGRESÓ A LO GRANDE

José Mauricio realizó excelente brega en sus saludos capoteros al no contar con un toro de calidad para lucirse; mejor en los quites por chicuelinas ya con un toro más templado. Muy erguido, con la clase que le caracteriza, Mauricio inicio su labor con la tela roja. Los primeros pases fueron un portento de sentimiento, ayudado por el toro que se desplazó bien. Luego el animal se comenzó a quedar corto, pero Mauricio no disminuyó su elegante y muy bien ajustado planteamiento. Al natural el astado tuvo un punto más a favor para desplazarse, ante lo que el torero se lució mucho mejor, toreando con temple y gran afición. Con los pros del socio, Mauricio no bajo el nivel de su calidad, muy en su aire, disfrutando cada momento pese a que el toro echaba la cara arriba algunas veces o terminaba corto en el recorrido. Pero José llegó al gran coso para sentirse a gusto, no fue para menos, eran cinco años de ausencia. Fue una pena el que no logró rubricar su faena, tras dos pinchazos dejó una estocada, dos avisos y un par de descabellos. Todo quedó en vuelta al ruedo bien reconocida por parte del público.

El sexto toro de la tarde no tuvo una salida clara, lo cual dificultó la conjugación del torero para lancear. En el tercio de banderillas se las vieron negras los banderilleros Rafael Romero y Sergio González, siendo este último en recibir tremenda paliza. No había toro para florituras, el oponente pidió tablas y mucha firmeza, ya que traía la cabeza como rehilete, pegaba arreones a llenar. Quedarse en la línea olía a cloroformo y Mauricio no echa paso atrás, echando mano de su sabiduría y no se salvó de una tremenda voltereta. Se dio un agarrón al tú por tu sin dar cuartel al toro, lo mismo que el astado no dejó de plantear problemas por su corta y descompuesta embestida. Faena de gran arrebato, sin dejarse nada, Mauricio extrajo pases como pudo, obligando al socio y tragando gañafonazos como hachazos que casi le volaban la cabeza.

Se tiró a matar con el corazón por delante, toda verdad, por el toma y daca, dado que salió feamente rebotado del embroque quedando tirado sin moverse. Fueron momentos muy dramáticos sobre todo cuando el toro hizo por el en la arena, como para hacerlo pedazos. El toro cayó y Mauricio fue conducido a la enfermería; petición de oreja que se concede acertadamente y tras mayoritaria le concedieron las dos. Hubo un sector que le protestó, pero la realidad es que el juez tuvo el criterio y la sensibilidad para premiar una labor de mucha raza de un torero que toreó con el alma, que dio la vida en su tarde. Por supuesto, la salida a hombros fue pletórica.

OREJA PARA RIVERA

Fermín Rivera no contó una historia diferente ante el segundo toro de la tarde, ya que el de Barralva mostró debilidad al perder los remos delanteros y careció de recorrido. El potosino estuvo buscando extraer muletazos, si acaso consiguió detalles de muy buen mérito del escaso juego del animal. Mal con el acero. Brindó su segundo astado al banderillero Felipe Kingston, quien esa tarde se despidió de los ruedos. Muy torero y con sobrada entrega salió con muleta en mano el potosino para enfrentar al socio de embestida sosa e incierta, pero que fue al engaño noble y con mejor recorrido. Esto fue suficiente para que Rivera se diera gusto corriendo la mano, sin desdibujarse pese a que el toro llevó siempre la cara arriba. Fermín estuvo firme, con el valor que le caracteriza. Rubricó de tremenda estocada para recibir una oreja bien recibida.

EL FANDI

David Fandila el Fandi dejó detalles con la capa en sus saludos al respetable, mejor en quites por tafalleras. En banderillas brillaron sus facultades. La lidia de muleta no se la puso fácil el oponente, toda vez que este fue de recorrido corto, áspero y se revolvía de inmediato buscando al torero. Mejor abrevió el espada hispano. Mal con la espada, despachó con el descabello tras aviso.

El segundo astado de su lote brincó al callejón, alcanzando con la cabeza el primer tendido de manera espectacular; nuevamente colocó banderillas soberbiamente. El comportamiento de su socio casi fue igual al primero, con la incomodidad de repetir en un palmo de terreno y buscando con los pitones al torero, amén de su escaso recorrido. La molestia fue evidente del torero al no contar con materia para el lucimiento. Lo despacho de un espadazo.

BARRALVA

Toros de diferente lidia, bien presentados. El primero, bueno para el caballo, áspero, con peligro. Segundo, débil y de escaso recorrido. Tercero, mejor en recorrido y calidad, con su punto de debilidad, aplausos en arrastre. Cuarto, áspero, incómodo, sin recorrido. Quinto, mejor recorrido, con la cara arriba, se dejó. Sexto, con firmeza al caballo, incierto de embestida.

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