Fotos: Archivo

El tema caliente de la actualidad en el futbol mexicano, protagonizado por Víctor Guzmán, trajo consigo un sinfín de preguntas y dudas sobre el caso del supuesto dopaje y consumo de sustancias recreativas. Sobre todo, por la irregularidad en los tiempos idóneos de entrega de pruebas y en la forma en la que se dio la situación de la culpabilidad, más de 150 días después de aquel partido en La Corregidora entre Querétaro y Pachuca.

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Fue el 10 de agosto pasado cuando al Pocho se le realizaron las pruebas antidopaje de rigor, como se acostumbra al azar cada que finaliza un cotejo de la Liga MX, y donde salió presumiblemente positiva por un alcaloide. Ahora es acusado, cuando incluso ya presumía los colores rojiblancos con la playera de las Chivas del Guadalajara.

Pero toda causa tiene un efecto y esta no fue tan efectiva para el volante mexicano de apenas 24 años. Sus pruebas fueron enviadas a La Habana. Se decidió por Cuba, porque es unos de los lugares más confiables, además del mismo idioma y por la cercanía geográfica con el país caribeño.

Pero… ¿Por qué tuvieron que enviar las pruebas al extranjero? Esa pregunta tiene una sencilla respuesta, y es porque en México ya no existe el lugar para realizarlos.

Fue Ana Gabriela Guevara, directora general de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), la que decidió cerrar de forma absoluta el laboratorio y clausuró sus actividades, todo fue asunto público. De hecho fue la primera decisión de su jurisdicción en conjunto con Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México.

¿Por qué razón? Por un gasto considerado como innecesario, cercano a los 35 millones de pesos anuales, requeridos para su operación, lo cual la ex atleta consideró como un gasto inútil, y es que los futbolistas y atletas de élite rumbo a Tokio 2020 eran únicamente los clientes del lugar.

“La realidad es que contra lo que gastamos por el laboratorio y lo que nos costará tener controles mes con mes para el bloque élite de México en selección, nos sigue saliendo mucho más barato mandar los exámenes al extranjero”, expresó Guevara hace medio año.

Fue en junio de 2013, cuando los altos mandos de la Comisión lo presumieron de manera ferviente, pero eso quedó en el olvido.

¿Cuál era el objetivo de su creación? Analizar las muestras de diferentes Ligas y deportistas mexicanos y extranjeros en el país para una mayor velocidad que al ser mandadas a otras partes del continente americano.

Según datos de la Comisión del Deporte de la Cámara de Diputados, desde 2013, cuando recibió la certificación por parte de la WADA (Agencia Mundial Antidopaje), y hasta diciembre del año pasado se invirtieron cerca de 176 millones de pesos en ese lugar.

La llegada del Laboratorio supuso una forma de ingresos para el mismo organismo, así como para México. Todo se complicó en 2016 con el tema de la esgrimista Paola Pliego, donde salió positivo en las pruebas a las que fue sometida junto a otros atletas. La queretana apeló la decisión y el laboratorio principal en Alemania confirmó que el laboratorio mexicano se había equivocado, y que habían señalado de forma falsa a Pliego.

De forma coincidente o no fue cerrado por un año, hasta 2017, y ahora una vez más.

El Control del Dopaje sigue, pero ya no en dicho laboratorio. Cabe mencionar que únicamente existen cinco en América: dos en Estados Unidos (Los Ángeles y Salt Lake), uno en Canadá (Montreal), otro en Brasil (Río de Janeiro) y el antes mencionado en Cuba.

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De acuerdo con los estatutos de la FIFA, el jugador mexicano podría estar apartado de las canchas por un lapso de seis meses, mientras la investigación sigue su curso. En medio de esa acelerada carrera en el deporte para ponerle un alto al uso de sustancias prohibidas, la tardía situación pone en duda a la misma Liga MX y la veracidad de sus datos.

La política de austeridad en el país ya tuvo su primera repercusión en el balompié azteca y Víctor Guzmán sufre las consecuencias. Su futuro es incierto, pero él confía en su inocencia.