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Mira

23, junio 2014 - 22:22

┃ María Vega

festejos-web

MÉXICO sobre Croacia, el pase a la siguiente ronda en las manos; motivo más fuerte no pudo existir para que la euforia mexicana explotara de manera única. Decenas, cientos, miles de personas se dieron cita en la explanada del Zócalo capitalino para ser testigo del contundente triunfo por 3-1 de la Selección Mexicana.

De todas las edades, con los poros totalmente abiertos y transpirando una emoción incomparable, emoción que ni siquiera con lluvia que invadió por unos minutos el Centro Histórico pudo ser dominada. Muchas banderas, grandes, pequeñas, medianas, pero ninguna tan imponente como la que se izó desde muy temprano y durante los 90 minutos del juego entre mexicanos y europeos no dejó de ondear.

Los goles llegaron, uno tras otro, apenas con tiempo suficiente para tomar la respiración y volver a gritar con locura GOL, amar y besar el escudo que miles de playeras presumían entre tantas, verdes, rojas, negras, blancas; algunas despintadas, acabadas por el cariño a ese conjunto que hoy está en tierras amazónicas preparando un cuarto juego mundialista.

Tres anotaciones que callaron la boca a todo aquel que no creía en el andar de la Selección y que se convirtieron en motivo suficiente para abarrotar el Ángel de la Independencia. El piso tembló, por momentos parecía un movimiento verdaderamente telúrico; pero no, los brincos que cada aficionado, de cada niño, joven y adulto que corrieron a la invasión del Ángel fueron los que, juntos y en perfecto orden, dieron la sensación de que la tierra se movía.

Las horas tras la victoria azteca avanzaron, la explanada del Ángel siguió hasta el tope, la gente no dejaba de llegar, en automóvil, caminando, en motocicletas, con trompetas y las manos en alto esperando el próximo rival: Holanda.

(Abigail Parra/Foto: Juan Ramos y Alejandro Villa)

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