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Mira

18, abril 2020 - 8:05

┃ Rubén Beristáin

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Foto: Mexsport

Mucho se habla del Clásico Nacional entre América y Chivas, otras tantas del Clásico Joven con las Águilas y Cementeros como protagonistas, del Tapatío entre el Rebaño Sagrado y Atlas, y en los últimos tiempos hasta del Regio entre Tigres y Monterrey. Pero antes de todos ellos, el verdadero Clásico se formó entre Atlante y Necaxa, la más grande rivalidad entre equipos del futbol mexicano.

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Este encuentro dejó una historia llena de pundonor y batallas inolvidables, incluso antes del profesionalismo, en la llamada época amateur.

El Parque Asturias, así como el Parque España, vivieron grandes encuentros entre ambos conjuntos capitalinos. Esta impetuosa rivalidad comenzó hace más de ocho décadas, exactamente en 1927. En aquel entonces, los Prietitos del Atlante y los Once Hermanos del Necaxa regalaban partidos épicos, llenos de pasión, así fue como se forjó el Clásico de Antaño, entre la clase obrera de la capital y los Electricistas, representando a los asalariados. Incluso, en 1933, ambas instituciones llegaron a la final y en lo que se esperaba un partido parejo, Necaxa goleó 9-0 a su acérrimo rival, resultado del que se habló por mucho tiempo.

El evento detonante, que le puso el ingrediente que faltaba a la rivalidad, fue cuando Horacio Casarín pasó de las filas rojiblancas a las azulgranas, lo cual no fue bien visto y acrecentó la enemistad.

Sin embargo, cuando llegó el profesionalismo en 1943, los ahora Rayos no participaron en el torneo hasta siete años después, lo que apagó en demasía esa añeja disputa entre ambos bandos.

La extinción definitiva llegó con la segunda desaparición del Necaxa en la década de los setentas, cuando se convirtieron en el Atlético Español. Así se perdió la magia y la rivalidad, aunque fue el primer duelo en nuestro país que fue denominado como Clásico.