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Mira

30, abril 2020 - 10:39

┃ Rubén Beristáin

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En la vida de todo niño existe un amigo que nunca lo deja solo por ninguna circunstancia. No importa la fecha, el horario, mucho menos el clima, ese compañero redondo está lleno de una fidelidad inquebrantable. Esa amistad entre ambos, incluso, prevalece en la adolescencia, adultez y hasta el último de sus días.

 

Desde que era un pequeño, en su natal Morelia Michoacán, Elías Hernández se recuerda con un balón; simplemente no había otra cosa que lo divirtiera más. En este día del niño, el actual jugador de Cruz Azul rememoró aquellos bellos momentos con gran nostalgia, acompañado por el Diario de los Deportistas.

 

“Me encantaba jugar obviamente futbol. Desde muy chico siempre estuve rodeado de una pelota, era mi acompañante todo el tiempo. En fechas del día del niño, día de reyes y navidades, cuando había regalos, yo anhelaba que fuera un balón. Me llegaban carritos, juguetes, muchas cosas, pero el tener una pelotita en los pies era lo mejor que me podía pasar“, añoró el apodado Patrullero.

 

Con esa sinceridad que siempre lo ha caracterizado, el habilidoso volante cementero admitió que su más grande ídolo fue su padre. Fue él quien le heredó la pasión por el deporte más famoso del mundo, que ahora lo tiene como uno de los futbolistas mexicanos con mejor nivel en la Liga MX.

 

“No tuve algún ídolo en especial. Siempre me gustó la forma de jugar de muchos futbolistas, no sólo en la posición que desempeño ahora. Uno fue mi papá que desde chico jugaba futbol, no lo hizo profesional, fue amateur, pero cada fin de semana lo veía, siempre me llevaba. De ahí me nació el gusto”, expresó a ESTO.

“La decisión de ser jugador profesional nace totalmente de mí. Desde chiquito que veía el futbol por televisión, yo me quería ver algún día ahí en algún momento y gracias a Dios se pudo cumplir ese sueño”, añadió con gran felicidad, a casi trece años de su debut en Primera División.

 

Todos los momentos que puede recordar Elías de su infancia están ligados al futbol. “Tengo muchos recuerdos muy bonitos. Uno que tengo muy marcado es que desde muy chiquito siempre jugaba con mi hermana, la ponía de portera y le hacía algunos tiros, son momentos que siempre recordaré de buena manera porque fueron muy especiales para mí”.

Su más grande pasión lo llevó a recibir regaños, pero a él poco le importaban. “No fui un niño tan travieso. Los mayores corajes que le causé a mi mamá era cuando en casa me ponía a jugar con el balón y le destruía sus macetas donde tenía sus plantas”, finalizó con una pícara sonrisa y con el recuerdo bien presente de aquellas canas verdes que alguna vez le sacó a su madre.

 

Con 32 años recién cumplidos, apenas ayer, Elías Hernández ahora es todo un veterano dentro de las canchas. El tiempo ha transcurrido, pero continúa con un trato especial y envidiable con su amigo de toda la vida. /ELÍAS HERNÁNDEZ / VOLANTE CRUZ AZUL

 

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