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Mira

25, mayo 2020 - 13:31

┃ EFE

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El exciclista estadounidense Lance Armstrong no consigue suavizar el pasado contaminado que protagonizó y que le costó perder los siete títulos del Tour de Francia que había conseguido, en la primera parte de un documental que ha emitido la cadena ESPN.

En medio de expresiones insultantes que ha recibido desde que se le descubrieron todas las mentiras y el dopaje sistemático que tenía establecido, Armstrong admite en el documental ‘Lance’ que siempre habrá personas que lo rechacen por todo lo que sucedió.

Durante la emisión de la primera parte del documental realizado por la periodista Marina Zenovich, su imagen de villano no la modifica para nada, ni tampoco aporta nada nuevo que no se conociese en la historia de una trayectoria polarizada del deportista que alcanzó lo más alto y ahora vive en la desgracia del “olvido” y sin tener tampoco interés de cambiar las cosas.

Armstrong, de 48 años, que avasallaba a sus rivales y no se ponía límites, en las ocho entrevistas que le hizo Zenovich desde marzo del 2018 al agosto del 2019, reiteró que estaba diciendo su “verdad”, sin importar lo que pudiesen pensar las personas que vean el documental.

Tras haber pasado ocho años desde que se descubrió todo el engaño del dopaje, Armstrong confirmó que su historia deportiva es compleja y única.
De ahí, que no hubo temas prohibidos durante la primera parte del documental, aunque mantuvo su tradicional estrategia de tratar de desviar o cambiar un asunto que no quería desarrollar, pero al final por lo visto se trató de un documental del que nadie salió completamente satisfecho, especialmente el protagonista.

Tratar de sacarle la verdad a Armstrong se produjo después de que sus años de mentiras lo prepararon para lo que dijo que necesitaba: “una crisis nuclear”, cuando la Agencia Antidopaje (USADA, en inglés) lo acusó de usar y traficar drogas para mejorar el rendimiento como parte de un gran escándalo de dopaje.

Al confirmarse los hechos, Armstrong fue despojado de sus siete títulos del Tour de Francia y empañó para siempre su legado. A lo largo del documental, Armstrong insiste en que no cambiaría nada y se mantuvo desafiante en ciertos temas, por ejemplo, que no utilizó su base, Livestrong, como un escudo contra la idea de que podría estar haciendo trampa, aunque admite que sí utilizó la enfermedad del cáncer como escudo y se pregunta si su dopaje condujo a su cáncer testicular.

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Aunque Armstrong dice que ha seguido adelante, claramente todavía guarda algunos rencores, como uno contra su compatriota Floyd Landis, su antiguo compañero de equipo convertido en denunciante.

Landis presentó la demanda contra Armstrong, quien finalmente llegó a un acuerdo con el gobierno federal por cinco millones de dólares en lugar de los 100 millones que buscaba por daños.

El documental también permite a los espectadores que siguieron la primera parte ver a un Armstrong que se ha dado cuenta de que existe, está vivo y tiene más horizontes que quedarse solo en el entorno de su familia e hijos, además de mostrar si realmente ha cambiado en sus formas.
Armstrong admite que algunos fanáticos siempre estarán “enfurecidos” con él por su trampa en el Tour de Francia.

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