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16, octubre 2020 - 12:49

┃ José Ángel Rueda

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A pesar de que nunca se habían visto tantas protestas, en su historia, el deporte ha luchado como ha podido contra el racismo. El recuerdo de los Juegos Olímpicos de México 1968, esos juegos marcados por los movimientos, es quizá el más importante de todos.

Cuando Tommie Smith y John Carlos, corredores estadounidenses, levantaron el puño cubierto con un guante negro en referencia al Black Power, un movimiento que por aquellos años buscaba algo tan elemental como la igualdad de derechos de la raza negra en los Estados Unidos.

Eran tiempos difíciles, de mucha agitación, pero sobre todo de mucha violencia, marcados en especial por los asesinatos Martin Luther King y Malcolm X, dos referentes en la lucha racial. La protesta estuvo cargada de simbolismos. Tommie Smith, que había recorrido los 200 metros en apenas 19.83 segundos, levantaba su puño derecho desde lo más alto del podio mientras sonaba el himno de los Estados Unidos, mezclado con una rechifla que apenas nacía.

Llevaba la mano cubierta con un guante negro, y una pañoleta oscura en el cuello, en honor a los ciudadanos asesinados.

A su lado, en el estrado designado para el tercer lugar, estaba su compatriota John Carlos, que alzaba valiente el puño izquierdo, también cubierto, y llevaba la chamarra desabrochada, en solidaridad con los obreros. Ambos iban descalzos, como referencia a los afroamericanos hundidos en la pobreza.

En la zona intermedia de la medalla de plata estaba el australiano Peter Norman, quien también apoyaba la lucha y el movimiento.

Se fueron entre silbidos

Una vez finalizada la protesta, los corredores se fueron entre una lluvia de silbidos, y apenas terminó todo el Comité Olímpico Internacional decidió expulsarlos por manchar el espíritu olímpico, supuestamente alejado de las revueltas políticas. Lo cierto que es durante los Juegos, los deportistas de raza negra continuaron con las manifestaciones por el camino recién trazado.

La historia tardó muchos años en tener un final feliz para los tres deportistas. Porque en sus países sufrieron amenazas, y tuvieron que inventarse nuevas formas de vivir, hasta que el tiempo les hizo justicia.

Alí peleó por la igualdad

Muhammad Alí, que pese al poder de sus puños sufrió en primera persona los estragos del racismo, es otro de los deportistas que lucharon incansablemente por los derechos de la raza negra. Uno de sus momentos más recordados fuera del ring se dio en una entrevista concedida al periodista Michael Parkinson, de la BBC, en 1971. En tono retador y ante los visibles nervios del entrevistador, Muhammad Ali comenzó a cuestionar de manera irónica el racismo.

La desigualdad, uno de los grandes problemas de nuestra sociedad: Messi

“Siempre le preguntaba a mi mamá porque todo era blanco. ¿Por qué Dios es blanco y tiene los ojos azules? Los ángeles son blancos. Mamá, ¿al morir vamos a ir al cielo? ¿Qué pasa con todos los ángeles negros?” se cuestionaba Ali, ante la risa de los espectadores, y luego el silencio. “Me preguntaba por qué Tarzán, el rey de la selva en África era blanco. Me preguntaba porqué Miss América siempre era blanca, habiendo tantas mujeres negras hermosas en el país. Siempre me preguntaba por qué el presidente vive en la Casa Blanca. Todo lo bueno es blanco. Santa Claus es blanco, y todo lo malo es negro, el pato negro, el gato negro es de la mala suerte. Siempre he sido muy curioso, así me di cuenta que algo estaba mal”.

El boxeador también contó sobre el día que fue a un restaurante en su ciudad natal, acababa de ganar el oro en los Juegos Olímpicos de Roma, en 1960. “Me sentía el Rey de América, pensaba que iba a liberar a mi pueblo”, dijo.

Cuando se sentó y pidió un café y un hot dog, la mesera se acercó y le pidió que se fuera, porque ahí no servían a negros. El campeón tuvo que irse, aunque ese momento sería definitivo en su lucha posterior por los derechos de la raza negra.

Puso rodilla en tierra y lo vetaron

El mariscal de campo de los 49ers de San Francisco dominaba la liga con sus galopadas en los emparrillados, hasta que un buen día Colin Kaepernick decidió poner la rodilla en el césped durante el himno de los Estados Unidos.

“No voy a ponerme de pie para demostrar orgullo por la bandera de un país que oprime a las personas de color. Para mí, esto es más grande que el futbol y sería egoísta de mi parte mirar hacia otro lado”, fue la declaración de guerra del quarterback, aunque tiempo después eso le costaría la carrera.

El gesto de Kaepernick desató la ira del presidente Donald Trump, quien de inmediato, con ese estilo visceral que lo caracteriza, pidió a los dueños que lo despidieran. El mariscal fue vetado, bajo el pretexto de una baja de nivel.

Su imagen, sin embargo, queda retratada como el deportista que le hizo frente al racismo, y que advirtió la injusticia cuando todos la ignoraban.

Ashe derribó las barreras del color

El tenista Arthur Ashe derribó las barreras del color en un deporte como el tenis. Con su raqueta fue un estandarte de la lucha por los derechos de la raza negra en los Estados Unidos.

En su carrera ganó el US Open, el Australian Open y Wimbledon, pero tuvo que retirarse por problemas cardiacos. Ya retirado, luchó de manera incansable contra el racismo, y hasta fue detenido por manifestarse en las inmediaciones de la Casa Blanca.

En algún momento, luego de ser diagnosticado con VIH, declaró que sobrellevar la enfermedad palidecía con el hecho de crecer siendo negro en Norteamérica.

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