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15, junio 2020 - 8:02

┃ José Luis Camarillo

Box

Foto: Especial

La adicción a las drogas por parte de campeones o ex campeones del mundo es un hecho desafortunado que se repite cíclicamente y, así, han “desfilado” por ese oscuro sendero personajes como Barney Ross, Rodolfo “Chango” Casanova, Rubén Olivares, Carlos Zárate, Alfonso Zamora, Héctor “Macho” Camacho, Mike Tyson y Tyson Fury, por mencionar a los más conocidos.

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Fue ESTO el primer periódico en que el gran campeón mexicano que surgió como pugilista en Culiacán admitió sus adicciones, algo que todo mundo sospechaba, pero era necesario que el propio Chávez lo confesara. Por lo menos en una ocasión estuvo al borde del suicidio, según él mismo narró.

Desafortunadamente, Julio César Chávez júnior también siguió el camino de las adicciones y, como boxeador, estuvo bajo la amenaza de multas millonarias por parte de la Comisión Atlética de Las Vegas. En uno de los hechos confirmados, el Júnior dio positivo a mariguana en la batalla en que perdió lo invicto y el trono mundial de los medianos del WBC, contra el argentino Sergio “Maravilla” Martínez.

El estadounidense Frankie Randall, el mismo que acabó con la aureola de de JC, también tuvo un episodio de drogas, ya que después de consumirlas se atrevió a distribuirlas. La cruda realidad se le presentó cuando ofreció el enervante a un agente encubierto y fue a dar a la cárcel. Aun así, rehizo su carrera para producir el primer revés de Chávez.

La actual pareja de JC, Míriam Escobar, nos dijo “pensé que él iba a morir”, cuando el boxeador experimentó la peor de sus crisis y lo llevó en estado inconsciente a un hospital de Tijuana, con ayuda de Julio júnior. De ese susto colosal, emergió el César limpio que todos conocemos.

Julio hijo fue suspendido temporalmente como boxeador en Nevada al dar positivo a cannabis, tras su revés contra el “Maravilla” Martínez, en 2012. Esa vez, se le impuso una pena de 900 mil dólares que sus abogados lograron reducir al mínimo.

ZÁRATE VIVIÓ EN LA CALLE

El “Cañas” Zárate, uno de los máximos campeones de peso gallo de la historia, se hundió en el averno de los estupefacientes hasta el punto de llegar a vivir en las calles por un largo periodo. Su primera declaración pública la hizo ante los asistentes al Congreso Médico Mundial del WBC celebrado en abril de 2007 en Cancún, y es común verlo participar en campañas para prevenir a los jóvenes del sufrimiento que conlleva dejarse atrapar por ese flagelo. Entre sus frases están “puse una vinatería y me la acabé solito…” o “llegué a consumir piedra (crack), fue una etapa horrible de mi vida”.

 

ZAMORA, DESDE ADOLESCENTE

Alfonso Zamora, nuestro único medallista olímpico -subcampeón de Munich 72- que conquistó una corona del mundo como profesional, nos contó que “se drogaba desde adolescente”.

Dicha debilidad le cobraría una cara factura al noqueador de Tlaltelolco, cuya efectividad disminuyó y de esa forma se vio acortada su impresionante marcha en los cuadriláteros.

A base de voluntad, Alfonso superó esa triste etapa y hace tres lustros que se fue a radicar a Aguascalientes, donde ha estado encargado del desarrollo del pugilismo amateur estatal.

Rabanales “compró un volcán”

Víctor Rabanales es otro ex campeón del mundo que aún lucha contra la drogadicción y el alcoholismo, tras quedarse sin nada de los cientos de miles de dólares obtenidos en sus tremendas batallas contra los más duros oponentes.

Una de las anécdotas más recurrentes en torno a este peleador originario de Ciudad Hidalgo, Chiapas, es que fue víctima de uno de tantos vivales que se aprovechan de la escasa educación de la mayoría de los guerreros con guantes, como él. Uno de ellos “le vendió el Popocatépetl”, en 30 mil dólares.

Rabanales también nos platicó que perdió una muy fuerte cantidad al adquirir “un departamento de lujo”, que resultó tener innumerables “dueños” antes que él, aparte que derrochó mucho dinero en sus “reuniones etílicas”.

Es común ver a Víctor desde hace muchos años en las funciones o eventos boxísticos para solicitar “algo de ayuda” a los asistentes, no obstante recibir una cantidad mensual de la Fundación Ring Telmex y el apoyo del WBC para buscar su rehabilitación definitiva.

MIKE TYSON, “MACHO”…

Mike Tyson, autonombrado “el hombre más malo del planeta”, dilapidó ganancias por arriba de los 300 millones de dólares.

“Iron” Mike fue multado con tres millones de dólares por arrancar un pedazo de oreja a Evander Holyfield. El campeón de peso completo más joven se sumó a una lista de famosos que vieron esfumarse sus millonarias ganancias a causa de distintos vicios. En la Convención del WBC de 2011 en Las Vegas le vimos poner un stand en el que se tomaba fotos con el público a un costo de 250 dólares.

El puertorriqueño Héctor “Macho” Camacho falleció en circunstancias violentas en su país después de atravesar por diferentes episodios relacionados con las drogas. Camacho protagonizó contra JC Chávez la pelea más mediática en la historia del boxeo azteca.

CASANOVA Y EL “TOLUCO”

Rodolfo “Chango” Casanova y José “Toluco” López disputan con el “Púas” y Raúl “Ratón” Macías el nombramiento de máximo ídolo del boxeo mexicano. Ese cuarteto único gozó de la idolatría que la gente profesa a alguien, sin importar que sean campeones mundiales o no, como es el caso de Casanova y López.

Cuentan que Casanova, a quien el gran periodista y narrador boxístico Antonio Andere otorgaba la distinción de santón único en México, ya era presa del alcoholismo cuando disputó sin éxito la corona mundial al boricua Sixto Escobar. Le apodaban “Nevero de la Lagunilla”.

El gusto por los vapores etílicos acompañó hasta su muerte al “Toluco” López, también conocido como “El Indio del Oro” (población mexiquense de la que provenía) e influyó, igual que sucedió con el adorado “Chango”, para que su verdadero potencial se viese bastante mermado. Los dos murieron en condiciones de pobreza extrema.

“SID” PÉREZ SE SUICIDÓ

El acapulqueño Isidro “Sid” Pérez nos contaba sus terribles experiencias con toda clase de drogas, lo cual se agudizó al irse radicar algunos años en Los Ángeles, California, hasta el grado de vivir bajo un puente de esa urbe. Regresó a la Ciudad de México para redimirse y superar esas tentaciones durante algunos años; sin embargo, la muerte de su hijo en el municipio de Acapulco por actividades relacionadas con las drogas fue algo que no pudo superar y cierto día decidió “tirarse de nuevo al vicio”, hasta terminar por lanzarse a las vías del Metro.

Ross, adicto por accidente

La historia de Barney Ross, el judío-norteamericano considerado entre los grandes campeones de peso welter, es muy distinta.

Él confesó públicamente que se inyectaba heroína, un tema que escandalizaba en su tiempo (décadas de los 30 y 40); sin embargo, no se trataba de un ciudadano común sino de alguien que fue condecorado por su valentía durante la Segunda Guerra Mundial.

El historiador Víctor Cota recuerda que Barney Ross explicaba que durante ese conflicto armado universal, sufrió graves heridas y padeció malaria, por lo que le inyectaban morfina y eso lo transformó en adicto.

Ross se presentó un día voluntariamente en un hospital estadounidense para recibir tratamiento, lo cual fue celebrado al máximo por sus legiones de admiradores.

El rey que retornó del averno

Mención aparte merece Tyson Fury, el británico que hoy reina entre los pesos pesados del WBC a raíz del espectacular nocaut aplicado al estadounidense Deontay Wilder, el 22 de febrero del presente año. Fury también es el monarca Lineal de la gran división.

El peleador nacido hace 31 años en el Reino Unido es el paradigma del hombre que cae en el pozo más profundo, que abandona sus títulos mundiales previos y se aleja un tiempo para resolver su adicción a la cocaína que adquirió al intentar calmar sus depresiones, según explicó, después de su aclamado triunfo sobre el ucraniano Wladimir Klitschko.

Wladimir llevaba nueve años seguidos como campeón pesado de la WBO, la WBA y la IBF. Fury lo tumbó del pedestal el 28 de noviembre de 2015 en Dusseldorf, Alemania.

“Me parece justo y honesto permitir que otros pretendientes peleen por los cinturones vacantes que he ganado y conservado con orgullo”, declaró Fury en aquella ocasión.

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Su estado era tan malo que confesó “no querer vivir más. Espero que alguien me mate antes que matarme yo mismo”.

Tras su primer duelo contra Wilder, el 1 de diciembre de 2018, que terminó en empate, Fury declaró: “Hace un año pesaba 180 kilos (400 libras). Estuve dos años y medio fuera del ring, vivía como una estrella de rock; llegué a tener pensamientos suicidas. Pero quise demostrar al mundo que todo se puede conseguir, con la mentalidad correcta”.

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