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15, junio 2020 - 8:00

┃ Jorge Briones

OOOKS

México ha tenido grandes tenistas a nivel juvenil, pero ninguno como Eduardo Vélez. El regiomontano apuntaba muy alto, incluso saboreó la gloria al proclamarse campeón de Wimbledon a nivel juvenil en 1986, pero las lesiones acabaron con una carrera que parecía encaminada a la cima.

 

Todavía con el impulso que había dejado Raúl Ramírez en el deporte blanco nacional, Vélez sobresalió por encima de una generación que marcó una época. Jorge Lozano, Agustín Moreno, Leo Lavalle, Luis Enrique Herrera y Pancho Maciel destacaban, pero los reflectores apuntaron a ‘Lalo’.  En 1983 se coronó campeón del Orange Bowl, al derrptar en la final a la leyenda estadounidense Andre Agassi, al año siguiente se proclamó campeón junior mexicano y posteriormente llegó a dos finales de Wimbledon, el torneo más importante a nivel mundial.

 

Ya pasaron más de tres décadas de aquellas hazañas y el regiomontano aún las recuerda con emoción: “ganar Wimbledon fue la mayor satisfacción de mi carrera, es algo que llevo dentro. Recuerdo perfectamente el último punto ante el español Javier Sánchez, fue una gran experiencia que me ayudó a crecer como persona y jugador. Me abrió muchas puertas. Fue una experiencia inolvidable”.

 

Vélez había derrotado en tres oportunidades a Agassi, quien ya era de los mejores del mundo a nivel profesional: “la más significativa fue en el Orange Bowl de 1983. Dos años antes había perdido la final, pero a Andre le gané en dos sets. A la siguiente semana lo volví a vencer en Nueva York y después también le gané en un nacional de Estados Unidos. Ya a nivel profesional cuando él estaba en ascenso y era número tres en la ATP, ahí ya me ganó. Me dio mucho gusto que él llegara lejos, me trae muy buenos recuerdos”.

El talento era innegable, pero el destino le jugó una mala pasada. Las lesiones aparecieron en su vida y poco a poco fue dejando sus sueños de lado: “No me arrepiento de nada de lo que logré, pero sí me hubiera gustado seguir y ver hasta dónde podía haber llegado. Desafortunadamente tuve muchas lesiones, durante 1989 casi no jugué torneos. Me operé la rodilla izquierda, logré recuperarme y ese mismo año me lastimé la espalda. Me encontraron que mi pierna derecha era más corta y eso me perjudicó. Las lesiones interrumpieron mucho mi carrera. La lesión en la espalda volvió y ahí opté por retirarme, decidí seguir, pero como entrenador”.

 

Eduardo Vélez llegó a ser el número dos del mundo, de acuerdo, al ranking de la ITF, pero el cambio al profesionalismo lo alejó de los primeros planos al no poder superar la barrera de los 200. Al final fueron únicamente cuatro años de carrera, pero una trayectoria junior envidiable.

 

LUIS MANUEL, VERDUGO DE DJOKOVIC

La crisis de resultados en el tenis mexicano no se da por la falta de talento. En su etapa como juvenil, el actual número uno del mundo Novak Djokovic sufrió un par de tropiezos a manos del veracruzano Luis Manuel Flores. Tiempo después, el destino los llevó por caminos muy diferentes. Mientras el serbio empezó a cosechar una gran cantidad de éxitos, Luis Manuel tuvo que dejar de lado su carrera por falta de apoyos económicos y priorizar sus estudios en la Universidad de Georgia.

 

Pero hubo una época donde un mexicano era mejor que el serbio, quien beneficiado por el sistema de su país pudo tomar impulso para ser el gran dominador de la ATP.

 

Ya pasaron 17 años de aquellos triunfos, y Luis Manuel todavía los recuerda con cierta nostalgia: “Fueron dos victorias muy significativas, y han tomado más valor con el paso de los años por la exitosa carrera que él ha tenido. Recuerdo con gran emoción la segunda, en Milán dentro de un Grado A, al ser en Europa con muchos grandes jugadores. En esa época la gente ya lo veía como un gran prospecto”.

Para Leo Lavalle el tenis ha pasado a segundo plano

“En el primero, en el Eddie Hear, tuve una discusión con el papá (Srdjan Djokovic) porqué lo andaba coucheando y metiéndose en el ‘match’, pero eso pasó, y dos años después me lo encontré en un Challenger y comentó que no quería enfrentarme, porque ya le había ganado un par de veces. Ya era muy diferente, él estaba ganando Challengers y yo me quedé en la ‘qualy’. Novak ya tenía un gran ranking”, añadió en plática con ESTO.

Luis Manuel es dos años mayor que ‘Nole’ y eso le jugó a favor, además de complicarlo con un estilo de juego que considera “similar al de Fernando Verdasco”. A 10 años de su retiro, el mexicano tiene una espinita clavada al no poder desarrollarse de la misma forma que su icónico rival en el primer lustro del siglo XXI.

“Por un tiempo sí sentía cierta frustración. Apenas dos años después de haberle ganado, lo veía jugando a un gran nivel en los Grand Slam. Pero tuvimos dos caminos muy diferentes, yo decidí irme a la Universidad y Djokovic contó con el apoyo de su Federación que le dio las herramientas para viajar y foguearse de otra manera”, agregó el ahora entrenador de 35 años, quien se encuentran lanzando un proyecto deportivo en Tulum e intentando regresar al circuito por medio de los Futures de Cancún.

 

Por último, el ex integrante del equipo nacional de Copa Davis explicó los motivos que lo obligaron a renunciar al sueño dentro de las pistas: “fueron muchos los factores. Desde el punto de vista económico era muy complicado, me faltaba un año para acabar la Universidad y tuve presiones personales al pensar que tenía que estar mejor posicionado en el ranking, fue un pensamiento muy absurdo. En México el talento está ahí, es más por la falta de herramientas o el cómo guiar un jugador juvenil”.

 

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