A puerta cerrada se han realizado una serie de encuentros taurinos en la dehesa jalisciense La Punta. A la plaza de tientas han saltado desde astados que se han probado para que tomen el papel de sementales, así como toros, novillos y vaquillas. Para realizar esas pruebas de bravura o en su caso, para seleccionar a los animales que habrán de desecharse por falta de esta, acudieron matadores consagrados como Arturo Macías y Joselito Adame; aquellos que apuntan fuerte como Leo Valadez; los que están en pleno proceso de crecimiento individual como Antonio Lomelín, Héctor Gabriel y José María Hermosillo; e inclusive novilleros como Arturo Gilio y en ciernes como los alumnos de la Escuela Taurina de Aguascalientes, encabezados por su actual director, el matador Manolo Arruza y hasta el rejoneador potosino Sebastián Torre.

La Fiesta Brava, inspiración de la moda

Tal como sucedía en antaño, durante las primeras décadas del siglo XX, cuando bajo el nombre de La Punta, se reunían las figuras del toreo como Manolete, Fermín Espinosa “Armillita”, Jesús Solórzano, Carlos Arruza, Silverio Pérez, Marcial Lalanda, Juan Belmonte, Domingo Ortega e Ignacio Sánchez Mejías. Estos tres últimos diestros, de origen español, quienes fueron los principales promotores para que los hermanos Madrazo trajeran el encaste Parladé a México; ahora en 2020 han coincido bajo la divisa con los colores rojo, oro y gris, un destacado grupo de toreros mexicanos contemporáneos.

Las estampas de ver a los coletas perfectamente vestidos con tarje corto, o como lo hiciera el hidrocálido José María Hermosillo quien se enfundó en un terno de luces color grana y oro, hicieron recordar aquellas que se dieron en la época de gloria de esa casa ganadera. Por ello, cuando corría el año 1948, La Punta era la ganadería más extensa del mundo, pues llegó a tener hasta mil 539 vacas de vientre, 60 sementales, mil 800 crías.

Como se recordará 1997 los hermanos Pedro y José Ignacio Vaca la adquirieron. En 2006, fundaron la Sociedad de Ganadería La Punta S.A. de C.V., con la finalidad de que se preservara la ganadería, misma que como hacienda fue comprada en 1884, por don Ignacio Madrazo y Carral y a su fallecimiento en 1911 pasó a ser propiedad de sus hijos José y Francisco Madrazo, quienes en 1918 fundan la ganadería de toros de lidia, con toros de encaste Saltillo, cuyos productos cambiarían luego, por los del encaste español Parladé.

Desde entonces eran conocidos los tentaderos que duraban días, en jornadas de hasta 15 horas, dado el alto número de animales de lidia que ahí se criaban. En pleno siglo XXI, la historia se repite y se lleva a cabo este Mega Tentadero, toda vez que el tiempo de lluvia está encima y muchos ganaderos del país deben recuperar el tiempo perdido durante el confinamiento debido a las medidas sanitarias para paliar el contagio del Covid-19. De inmediato alistarán las labores para el nuevo ciclo, en espera que las autoridades del país, den el banderazo de salida para la celebración de festejos taurinos.

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