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Mira

15, agosto 2020 - 7:53

┃ José Ángel Rueda

TRINO HOME

Le va al Atlas, aunque gane. Así se presenta Trino cuando alguien le pregunta las razones de su afición a un equipo que tiene tantos años sin ser campeón. Son preguntas retóricas, por supuesto, porque ya se sabe que hay veces que en el futbol ganar no es lo más importante, y si acaso lo fuera, aquel título obtenido en 1951, el único en 104 años de historia, es suficiente para revalidar las pasiones: “¿Cuántas veces se corona un rey? Una sola vez, pues con eso tiene el Atlas, con una sola corona tenemos”, dice Trino, aunque esa gloria le haya llegado de oídas. Ya le tocará el día de celebrarlo a él.

#ElVarDeTrino

El Atlas, término que en la mitología griega representa a un hombre condenado a cargar eternamente con el cielo, celebra su aniversario 104 con otro tipo de penas. No son los mejores años para los rojinegros. De aquel equipo de los años setentas que Trino, junto a su papá y su hermano, veían los miércoles y los sábados desde las pobladas y estruendosas tribunas del estadio Jalisco queda poco, sino es que nada. El Atlas se apaga, corre el riesgo de quedarse sin aficionados, no por que se vayan, sino porque no llegan: “Hoy no hay jugadores que sientan la camiseta y los colores del Atlas. Las nuevas generaciones no han visto a un Atlas que llegue a las finales, desde Tomás Boy no lo hemos visto, han sido puros tumbos y tumbos y así no se forja una afición nueva. Tengo un hijo de 12 años que prefiere irle al Barcelona porque dice que el Atlas no gana ni una”.

Hay equipos que fundamentan sus pasiones en las formas que dibujan sobre la cancha. El gol, que le da sentido al juego, es casi su filosofía. La apuesta es arriesgada, porque a menudo los partidos se convierten en un bombardeo frenético que no siempre juega a favor: “Cuando estábamos chavos, mi papá nos llevaba a ver al Atlas al Jalisco, los miércoles y los sábado que jugaba de local. Va a haber goles, decía, aunque sea en contra pero va a haber goles. Era un Atlas que jugaba bonito, combativo, que tenía espíritu y jugaba bien. Ahora ni juega bien, ni está en los primeros lugares y nada más da tristezas”.

Fue a finales de los años ochentas, en las páginas del periódico El Occidental, cuando nació Pipo, su personaje entrañable. La simbología lo presenta como un pequeño aficionado del Atlas capaz de discutir de futbol con Don Calvino, fiel representación de Aurelio Martínez, presidente de las Chivas. En cierta medida, hay mucho de Trino en Pipo: “Pipo viene a representar esa especie de consciencia de los aficionados del Atlas. El que da los consejos, el que critica más duro, porque de eso se trata, un cartonista por más que quieras a tu equipo lo mejor que debes hacer es criticarlo. Ser del Atlas ya no se quita, pero somos los más críticos, y lo que queremos a un equipo que nos represente bien”.

Ser del Atlas ya no se quita, dice Trino, en un alarde de fidelidad. La Fiel, como se hace llamar la barra del Atlas, constituye la reafirmación del término, y ese fenómeno tan curioso que hace que la hinchada cante más y más fuerte cuando cae un gol en contra: “Tenemos una afición que es nada villamelona, que exige mucho, somos La Fiel, si el equipo va mal vamos al estadio. Se enojan siempre las Chivas cuando digo esto, porque ellos son más villamelones, si las Chivas van mal, no van al estadio, apoyan a las Chivas solamente si van bien, acá nosotros vamos al estadio siempre, porque siempre van mal, pero si van bien, igual vamos”.

La Academia, término que surgió a medida que el Atlas convertía su cantera en escuela, representa la tradición de quien ensaya, como piedra, el talento de sus futbolistas. La figura de técnicos como Marcelo Bielsa o Ricardo Antonio La Volpe, maestros canteros, corresponden al mundo de los recuerdos. El Atlas perdió su esencia: “Los nuevos dueños no han podido hacer lo que en su momento hizo el Cuico Ibarra, de traer a Bielsa, como un entrenador que viera desde las fuerzas básicas un equipo coherente que hiciera las cosas bien. De esa generación salieron Rafael Márquez y tantos jugadores atlistas que fueron la base de la selección, eso es lo que está perdiendo el Atlas, el hecho de no tener esa cantera a la que apostarle”.

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