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17, agosto 2020 - 7:47

┃ José Luis Camarillo

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Una de las fotografías más dramáticas que existen en el boxeo muestran la caída postrera del galés Johnny Owen, el “Cerillo de Merthyr”, bajo los puños de Lupe Pintor, en combate por el campeonato mundial gallo del WBC que el mexicano defendía el 19 de septiembre de 1980 en el Auditorio Olímpico de Los Ángeles, California. 

El cuerpo espigado y escuálido del contendiente de 24 años, con credenciales de monarca británico y europeo, se derrumbó luego de ofrecer una gallarda resistencia y de haber ido al frente de manera temeraria, asalto tras asalto, contra un hombre de recio físico y potente golpeo como el Indio de Cuajimalpa. 

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Es de imaginar el impacto anímico experimentado por el mexicano, que se repuso mentalmente y pudo continuar su carrera. El 19 de diciembre de ese mismo calendario, en el Caesars Palace de Las Vegas, Lupe fue llevado al límite, pero superó por apretada decisión mayoritaria en 15 capítulos al californiano Alberto Dávila, que, como desafortunada coincidencia, tres años más tarde causaría con sus puños el deceso del tapatío Francisco “Kiko” Bejines, en pleito por esa misma corona.

Pintor dedicó a Owen su victoria sobre Dávila, del que cobró venganza de un revés por puntos en 10 giros, en febrero de 1976.

Owen no murió pronto. A simple vista, el daño era fatal desde que se desplomó y dio con su cabeza en la lona, como alguien al que cortan de arriba el hilo vital. Pasó semanas en coma en un hospital de California y finalmente expiró el 4 de noviembre.

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“Se acabó la pelea, cayó materialmente como muerto Johnny Owen”, fueron las palabras lapidarias del prestigioso comentarista don Antonio Andere en la transmisión de TV, tras la segunda y definitoria ocasión en que Johnny visitaba el tapiz dentro del duodécimo episodio. Ya se había ido una vez al piso al final del noveno round, pero persistió en su actitud netamente agresiva.

Se trata de un caso digno de permanecer por siempre en el recuerdo. Los familiares de Owen se esforzaron por mostrar que estaban lejos de guardarle rencor a Pintor y su papá viajó muchos años después a la Ciudad de México en una visita amistosa al guerrero mexicano, como parte de un documental en memoria del héroe caído en la práctica de la violenta disciplina.

Con todo y su peligrosidad, el pugilato genera actos cargados de humanismo.

En 2002, los Owen llevaron a Pintor a participar en un homenaje al malogrado retador conjuntamente con los habitantes de su natal Merthyr Tydfil, donde se develó una estatua de Johnny.

Lupe conquistó el cetro universal supergallo del WBC el 18 de agosto de 1985, lo cual fue considerado por los galeses como prueba de que Owen no perdió contra un adversario común. Y compartieron su gozo cuando Pintor entró al Salón de la Fama de Canastota, en 2016. 

Ruelas, verdugo; Bejines, víctima

Otros dos combatientes mexicanos pertenecen a la infortunada lista de quienes sostienen contiendas en que uno de los adversarios pierde la existencia. Se trata de los jaliscienses Francisco “Kiko” Bejines y Gabriel Ruelas.

El popular tapatío “Kiko” Bejines disputaba la vacante diadema mundial gallo del WBC contra el californiano Alberto Dávila, el 1 de septiembre de 1983 en el Oympic Auditorium de Los Ángeles. La riña se desarrolló a un ritmo intenso hasta que el púgil de Guadalajara, que marchaba arriba en las puntuaciones, se derrumbó en la vuelta final a la que estaba pactado el encuentro, la número 12. Ya no reaccionó, quedó sumido en la inconsciencia y expiró tres días más tarde. Tenía 21 años de edad.

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El 6 de mayo de 1995 en el Caesars Palace de Las Vegas, Gaby Ruelas, mismo que se hiciera famoso por integrar una pareja de hermanos monarcas del mundo con su hermano Rafael, impactó de manera sistemática la cabeza del colombiano Jimmy García, su retador por el cetro superpluma del WBC. El réferi Mitch Halpern paró la pelea a los 25 segundos del undécimo episodio. Jimmy, de 23 años, dejó de existir 13 días más tarde, ya que minutos después del combate, todavía en el ring, entró en estado de inconsciencia a causa de un coágulo cerebral.

Se dice que el padre de Jimmy, quien estaba en su esquina, lo impulsó a ir más allá de sus fuerzas, en lugar de detener una contienda en que era visto que no tenía posibilidades de ganar.

Ultiminio Ramos vivió dos casos infaustos

Ese hombre de carácter sumamente amistoso, como lo fue el cubano-mexicano Ultiminio “Sugar” Ramos, causó con sus puños el deceso de dos contrincantes. Según platicaba en entrevistas, antes de dejar el país antillano murió su compatriota José “Tigre” Blanco en una pelea contra él, en noviembre de 1958 en La Habana.

A raíz de la revolución cubana, se vino a radicar a nuestro país y obtuvo el trono universal de los plumas contra el estadounidense David Moore, el 21 de marzo de 1963, en el Dodger Stadium de Los Ángeles.

 

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Fue una fiera batalla que terminó con Moore castigado en forma brutal en 10 rounds. Al concluir el décimo asalto, el norteamericano regresó a su esquina desfallecido y el réferi George Latka fue informado por sus mentores que no continuaría en la refriega, Nadie imaginó que la afectación cerebral de Moore, aunque notoriamente vapuleado, era tan grave, pues hizo declaraciones a la prensa y fue hasta que llegó a su camerino cuando se desmayó. De ahí fue trasladado al White Memorial Hospital, donde ocurrió su fallecimiento el 26 del mismo mes de marzo.

Ese penoso suceso que impactó a la comunidad mundial motivó a Bob Dylan a componer la canción “Who killed Davey Moore?” (“¿Quién mató a Davey Moore?”).

Ramos dejaría el cetro en manos del capitalino Vicente Saldívar el 26 de septiembre de 1964, lo que dio nacimiento a la gran popularidad que envolvió al apodado “Zurdo de Oro”.

Griffith castigó de más a Kid Paret, por ofensas

En los años 60, los prejuicios hacia la comunidad gay se encontraban en un punto neurálgico. El estadounidense Emile Griffith se encontraría por tercera vez en el cuadrilátero con el cubano Benny Kid Paret, quien le espetó en el pesaje oficial su presunta condición de homosexual.

Griffith y Kid Paret habían dividido triunfos. Con su actitud antideportiva, el nacido en Cuba lo único que consiguió es que Emile prometiera ante la prensa que lo castigaría al máximo en el ring para hacerle tragar sus palabras. 

 

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Desafortunadamente para Benny, el originario de Islas Vírgenes Estadounidenses le pegó con tanta saña la noche del sábado 24 de marzo de 1962 en el Garden de Nueva York, que provocó su fallecimiento al cabo de los 10 días siguientes.

En el video respectivo, en el asalto 12, se nota la fiereza de Griffith al golpearlo. Esto se combinó con la pasividad del réferi Ruby Goldstein, que al momento de los hechos parecía ser un espectador más. Cuando por fin Goldstein entró para suspender las acciones, Paret se deslizó recargado en las cuerdas, junto a una esquina, totalmente desmadejado, como preludio del desenlace fatal.

Emile se proclamaría soberano mundial welter por ocasión inicial contra Jorge Fernández en diciembre de 1962 y consiguió la faja universal mediana, también por primera vez, en abril de 1966 contra Dick Tiger en abril de 1966.

Fue cuatro décadas después de su tristemente célebre tercer duelo con Kid Paret, que Griffith se decidió a confesar abiertamente su homosexualidad.