Gwen Harrison, ángel exterminador

POR GRACIÁN DE HERRERA

EN las playas de Jalisco, donde la riqueza aflora en un México desconocido, donde suelen vacacionar grandes personalidades, donde se conjugan belleza y naturaleza, encontramos a la estadounidense Gwen Harrison.
Originaria de Las Vegas, la modelo suele entregarse a los placeres mundanos: Tomar el sol en alguna playa privada, paseos en yate para observar los santuarios de aves marinas, un juego de polo o visitar los esteros que aún conservan fauna y flora digno de documentales de la BBC de Londres.
Los hoteles y residencias se pierden en la selva, a menos que recorras la costa para descubrir la opulencia arquitectónica integrada a ese fascinante mundo de recónditos parajes que parecieran olvidados por el tiempo.

Los barcos anclados se mecen en el pausado vaivén de las olas que llegan como un susurro del Pacífico, mientras que las chicas se divierten, toman bebidas generosas y se refrescan en el jacuzzi en topless la mayoría de las veces.
Los ojos de Gwen se funden en el horizonte, es un ángel que baja del cielo y comparte los dones divinos que de ella se desprenden a través de una sonrisa acentuada por sus labios que irradian placeres inusuales.
El conocerla fue algo fortuito, el azar que también juega en esas circunstancias que cambian tu estado de ánimo y hacen de tus vacaciones un suceso inolvidable.
Así que al recordarla, alzo la copa y simplemente me digo a mí mismo: ¡Salud!