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Los goles estaban en la banca. Bryan Lozano y Carlos Ochoa iniciaron como relevos y terminaron como soluciones. El hermano del Chucky asemejó a Hirving, se quitó rivales con facilidad y enseñó el camino a seguir. La veterana defensa del Atlético Morelia no pudo con los jóvenes universitarios (0-2).

El Morelos estaba destinado a convertirse en elefante blanco, pero cinco meses después de haber sido el último estadio en recibir gente antes de la pandemia, encendió sus lámparas.

Algo le pasó al pasto. Esa cancha era una alfombra, pero reapareció con hoyos y el césped flojo.

Atlético Morelia echó para atrás a Pumas. Alfonso Tamay fue el más buscado. Gustavo Ramírez y Gael Acosta se unieron a los embates, entre los tres trataron de hacerle daño a los universitarios.

El aporte por aire de Emanuel Loeschbor fue otra arma de los canarios. El experimentado jugador remató varios balones en el área felina.

Pumas Tabasco guardó sus garras, el aporte de Alejandro Zamudio y Bryan Mendoza fue de menos a más.

Carlos González cambió piezas en el descanso. Bryan Lozano, el hermano del famoso Chucky y Carlos Ochoa entraron al maltratado campo.

La velocidad de los jóvenes fue mortal para la treintañera zaga rojiamarilla. Loeschbor y Javier Ledesma tuvieron problemas atrás.
Pumas, a base de paredes, entró al corazón del área, Ochoa tiró, pero el potente tiro fue a la posición de Alejandro Arana.

Con la guardia moreliana abajo Bryan Lozano avanzó, nadie lo detuvo y con la pierna izquierda marcó.

Ricardo Valiño limpió su banca, sin embargo, los universitarios se hicieron sólidos.

El empate pudo ser, pero Eduardo Pérez no supo definir un balón que le cayó en el área. Esa jugada era la que todos los morelianos esperaban, sin embargo, el esférico terminó en la grada.

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La desesperación purépecha y las provocaciones felinas incitaron a varias riñas. El árbitro y los técnicos tuvieron que calmar todo.

En el último contragolpe, con Atlético Morelia enfadado, Carlos Ochoa dio el zarpazo que sentenció el juego.

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