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Mira

8, septiembre 2020 - 21:22

┃ Brian Sales

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FOTO MEXSPORT

Cuando parecía que se consumaba otra tarde dolorosa para la afición de Rayados, Regelio Funes Mori apareció con la especialidad de la casa y salvó el partido. Miguel Layún centró desde la parcela izquierda, el Mellizo esperó el balón a segundo poste, remató, y aunque Vargas logró contener el esférico, fue dentro de su meta, por lo que el gol fue válido. Con esa anotación evitaron caer ante Atlas, que antes se había adelantado en el marcador gracias a un contragolpe que finalizó Acosta, 1-1 final. Sin convencer, Rayados salvó la noche, aunque cada vez se muestran más desesperados en el campo.

Durante los primeros instantes, ni Monterrey ni Atlas lograron establecer su juego. Fue un primer tercio del partido complicado para ambos conjuntos. Los Rojinegros se quedaron más cerca de abrir el marcador.

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Los pupilos de Mohmed no se mostraron finos en el césped del BBVA, lo que complicó que salieran con balón controlado. Hubo pocas acciones de gol, sólo un remate al travesaño por parte de Correa, que fue lo más cerca que estuvo la visita de adelantarse en el marcador.
Rumbo al silbatazo final del primer tiempo, Jesús Gallardo encendió las alarmas por una posible lesión, aunque el tabasqueño se levantó, aunque adolorido, y logró continuar los minutos restantes de la primera mitad.

Tras el silbatazo que decretó el final de los primeros 45 minutos, Mohamed mostró un evidente rostro de preocupación por el nulo funcionamiento, mientras que del otro lado Diego Cocca se mostró más cauto, ya que tuvo las opciones más claras de gol.

Para el complemento,en una jugada colectiva entre Luciano Acosta, Acosta e Isijara, fue el más pequeño de los tres el que remató de cabeza dentro del área chica y adelantó a los rojinegros. La furia se hizo presente en Mohamed y todo su cuerpo técnico, porque la visita no veía el balón y les bastó un contragolpe para adelantarse en el marcador.

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Cuando todo parecía perdido, apareció Rogelio Funes Mori y empató las acciones. En un centro desde la parcela izquierda, llegó a segundo poste, remató de cabeza e igualó el cotejo. No hubo tiempo para más. No había afición, si no, los abucheos hubieran inundado el recinto tras el silbatazo final.

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