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27, enero 2015 - 11:28

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POR MANUEL GÓMEZ C. Y ABIGAIL PARRA

PERFIL bajo, humilde, hogareño, así es el gigantón uruguayo Gerardo Alcoba, quien a sus 30 años reúne los requisitos de garra charrúa y felina necesarios para transformar a Pumas en el equipo ganador que la comunidad universitaria exige.

El central llegó para este Clausura 2015 con blasones dorados, que se combinan con las ambiciones del portentoso Alcoba, quien ve en el popular Club Universidad y en el balompié mexicano a una genuina “mina de oro”, la cual pretende explotar con sus cualidades de líder, que ha demostrado con el aporte de su primer gol como puma.

“Llegar aquí a México encontré una mina de oro y quiero llegar hasta el fondo”, descubre, sonriente, el gladiador sudamericano. “La infraestructura, los estadios, la afición, todo me sorprende”, saborea el refuerzo auriazul. “Somos afortunados de hacer lo que nos gusta y lo que amamos al representar algo tan importante como es la Universidad Nacional, aquí en México”, añade sincero.

Con apenas un mes y 270 minutos de juego en la cancha del Olímpico Universitario, Alcoba abre las puertas de su casa al Diario de los Deportistas. En exclusiva, descubre que su más grande anhelo es ser siempre de sangre azul y oro.

“Llevo un mes acá y me gustaría quedarme muchos años”, dice, convertido a la adoración universitaria. “Uno de los sueños que tengo es quedarme mucho tiempo en Pumas. Mi anhelo es que mañana venga alguien del club y me diga que me quedo mucho tiempo. Así que, hay que trabajar”.

DE GARRAS A GARRAS

La “garra auriazul” es bien conocida, pero hay una que histórica y socialmente describe a un país: la “garra charrúa”, aquella que los uruguayos poseen en todos los aspectos. Alcoba sabe que la mezcla le va a servir para identificarse con la institución, al tiempo que describe el glorioso concepto que caracteriza a sus paisanos en todo el orbe.

“La garra charrúa se logra porque allá, cuando somos niños, tenemos bajos recursos y la ilusión de llegar a ser algo en el futbol es grande. En cantera de Pumas, todos los niños tienen todo y eso es lo correcto, pero nosotros en Uruguay no tenemos mucho. Desde que salimos de nuestras casas hay zapatos rotos, la cancha es la peor y siempre estamos perdiendo, pero eso genera esa garra. Por eso nunca nos cansamos”, explica orgulloso.

ENCHUFADO CON EL CLUB

No hay nada que le disguste. Todo aquí le encanta: los seguidores, los colores, la camiseta, el estadio, incluso la mascota. Es motivo de diversión para el zaguero. Fascinado, describe, deslumbrado por el oro felino: “Es muy diferente, la porra, el himno, el mismo “Goyo” (la mascota del equipo). La verdad es que es muy divertido, muy simbólico, está muy bien pensado, porque le da un toque de humor. Yo lo veo y me da gracia, la carita como la hicieron y todo vestido”, observa risueño.

Pero Gerardo se ha enamorado de su aventura en México. Tanto que incluso ya parece tener una pareja. Y es que el refuerzo de Pumas está más que encantado con la ciudad, la comida y los lugares que la capital le ofrece: “En el DF me siento un granito de arena sobre el desierto. Es una ciudad muy grande, hay tanta gente, tráfico… pero todo ordenado, hay de todo un poco. Me encanta México”.

La comida lo ha seducido al extremo. Los antojitos le encantan: “Me gusta el taco, pero no la tortilla de maíz, me gusta la de harina. Para mí un taco ideal sería con la tortilla de harina y todos los condimentos. Me gusta el picante, pero lo como poquitito, porque mi paladar no está acostumbrado”, admite sonrojado.

Alcoba es católico confeso y creyente de la Virgen de Guadalupe. “Soy devoto, creo que la Virgen me trajo aquí y estar en la ciudad de la Virgen es increíble”, celebra, no sin antes enviar un mensaje a la afición universitaria.

“Pumas está en un proceso de cambio. Le pido a los seguidores que confíen y que sean críticos, pero estamos en un proceso de cambio que dará frutos”, estima convencido.