El sur de la capital se pintó completamente de azul celeste. Ni la fuerte lluvia, tampoco el Covid-19, mucho menos el semáforo epidemiológico en color naranja en la Ciudad de México logró detener el apoyo incondicional de la afición cementera previo al Clásico Joven de anoche, ese que siempre ha prevalecido a pesar de casi 23 años sin título de Liga en la institución.

La convocatoria del grupo de animación ‘La Sangre Azul’ fue exitosa y los seguidores celestes llegaron puntuales a la cita. El reloj marcó las seis de la tarde y poco a poco el hotel de concentración de La Máquina se tiñó de los colores de Cruz Azul.

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Cerca de 100 aficionados de todas las edades, desde adultos hasta niños acompañados por sus padres, la mayoría con cubrebocas y otros hasta con careta, pusieron la fiesta con banderas, tambores, trompetas y cánticos a todo pulmón que retumbaron por toda la zona. “Yo te sigo a todas partes a donde vas, cada día te quiero, vamos vamos azules hay que ganar”, fue el cántico más repetido, seguido del famoso “Yo soy celeste, es un sentimiento que no morirá”, se escuchó.

Las bombas de humo y el papel picado no faltaron. Algunos incluso llevaron mantas con mensajes de aliento hacía el plantel previo a su partido más importante contra las Águilas del América. “Vamos juntos por la novena estrella. Le deseamos a nuestro equipo el mayor de los éxitos, sabemos que nos llevaremos el triunfo en el Clásico. La Sangre Azul está con ustedes”, se leyó.

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La sana distancia entre los asistentes no existió, pero sí con los jugadores. Separados por una valla metálica, los dos camiones esperaban en la puerta a los futbolistas y no tuvieron contacto con los suyos, por eso la afición decidió transportarse en caravana motorizada rumbo al Coloso de Santa Úrsula.

Diez coches, cuatro motocicletas, dos camionetas y dos combis siguieron el trayecto rumbo al recinto. A las afueras de la puerta tres, ya esperaba otro contingente de la barra y así siguió la fiesta. “Los que nunca abandonan”, fue la frase con la que expresaron su apoyo, el que fue una vez más incondicional a pesar de que los tiempos de pandemia no están para eso.

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